Marca.

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Aferraba sus manos con muchos nervios las blancas sabanas de aquella habitación de hotel. Su cuello era besado con los labios húmedos de aquel Alfa de ahora 18 años.

Qué mejor regalo de cumpleaños que una primera noche juntos.

— Jeen. — Acarició su rostro.

— ¿S-Si? — Sus ojos se abrieron dejando ver sus brillantes ojos.

— ¿Realmente quieres hacer esto?

— Claro que sí. — Ahora fue él quien acarició su rostro. — Te amo.

Seung sabía que esa sería la primera vez de su amado novio, la primera vez de la persona a la que más amaba en ese asqueroso mundo y aquella vida que de mala suerte se le había sido otorgada. Esa vida que no le gustaba, odiaba tanto ser el hijo de un hombre tan vil y despreciable.

¿Cómo decirle que esa no sería su primera vez? No sé atrevía tan siquiera a decirle cómo había sido.

Claro que no fue nada especial ni siquiera fue algo que él hubiese querido.

Más bien fue un regalo que su padre le había dado el día que supo que era un Alfa. Le había regalado una noche con un Omega joven y bello, una noche entera.

— Yo también te amo. — Él era la única persona pura y noble en su vida. La única persona que lo aceptaba tan cual era.

Sus labios, sus caricias, su gran amor y pasión era lo único que Seung necesitaba para ser feliz. No era fácil para él demostrar cariño y amor ya que jamás había recibió eso antes, era difícil cambiar quien era, y jamás lo haría.

Era frío, indiferente y tenía el pensamiento de que los Alfas eran los mejores.

Estaba en su sangre, esa sangre negra que lo unía a una familia con negocios sucios y prohibidos. Una familia a la que todos le tenían miedo.

Pero él era diferente, siempre había aborrecido los tatuajes, las drogas el dinero sucio. Y aunque había vivido en ese mundo toda su vida jamás se sintió parte de ello.

— Seung... — Cerro los ojos mientras sentía como sus muslos eran acariciados y el como eran separados cada vez más. Aferró sus dedos en los hombros del Alfa mientras arqueaba un poco su espalda al sentir como era penetrado lentamente.

Dolía pero los besos en su cuello y las caricias en sus piernas hacían su cuerpo relajarse. Él pensar que ahora su cuerpo era unido con el hombre que amaba hacia su corazón latir al máximo.

Sus ojos estaban húmedos y su lengua salía solo un poco de su boca junto con unos gemidos que hacían al Alfa regodearse.

No podían creer que al inicio ni siquiera podían verse al rostro sin hacer una expresión de disgusto.

Ahora solo podían mirarse con deseo y locura. El Alfa rió por eso.

— ¿Q-Qué? — Dijo entre gemidos y un rostro caliente y rojo.

— Nada es solo que... — Sonrió lascivamente. — No sabía que podías hacer una cara tan vulgar. — El Omega lo miro algo molesto. — No lo tomes a mal. — Hizo una embestida tan fuerte que lo hizo gemir con algo de dolor. — Me gusta. No. Me encanta.

Lo beso. Devoro sus labios con tanta desesperación, quería hacerlo suyo, tenerlo entre sus brazos para siempre. Protegerlo y para lograr eso tenía que alejarlo del mundo en el que estaba metido.

— Alfa. — Correspondió a sus ardientes besos.

— Omega. — Sujeto con firmeza su cintura. — Mi Omega

NO ME TENGAS MIEDO. (KOOKMIN).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora