Club de los paraguas rotos— “Me abrazas como si me quisieras y ni siquiera me conoces”.
Evangeline Daxton.
17 de agosto del 2016.
La lluvia cae a cántaros, indicándome que hoy no será un buen dia. Los ánimos de mi familia están por el suelo, por alguna extraña razón que no compredo hasta que llego a la sala y veo a mi padre caminar de un lado a otro, angustiado. Mi madre, demostrando fuerza, lo sigue con la mirada, pero veo sus manos temblar al ver el papel que sostiene. Sé de inmediato que son malas noticias, y mi estómago se vuelve un nudo ante ellas.
Lo tomo de inmediato, y ella parece no darse cuenta de ello, está demasiado ocupada tratando de calmar a mi padre. Llevo una mano a mi boca, sin poder detener el golpe de ansiedad que leer esto me causa.
Señor Daxton, lamento informarle que la academia ya no requiere sus servicios. Fue usted un excelente profesor en esta escuela, pero debido a un recorte de presupuestos, nos vimos en la obligación de prescindir de algunos empleados. Espero que nos comprenda y tenga un buen día.
Atentamente, George fuch, secretario del director Silas.
—¿Desempleo? —mi voz es débil, trémula— ¿Cómo es esto posible, papá? Llevas quince años trabajando en esa institución, ¿por qué hacen esto?
Él se voltea hacia mí, indefenso como un niño—: No lo sé, estrellita, pero encontraré la forma de seguir adelante.
—Encontraremos la forma, Henrick —lo calma mi madre—. Evie trabaja, y Evan siempre nos manda algo para los niños, además, podemos pedirles que te hagan una carta de recomendación para que trabajes en otra escuela, no ha de ser tan difícil.
Pierdo el hilo de la conversación, dejándome arrollar por mis ganas de llorar, pero ninguna lágrima deja mi rostro. Tengo 26 años, y soy una carga más para mis padres, una boca más que alimentar, cuando debería estar teniendo un trabajo de verdad y ganando suficiente dinero.
No vayas por ahí, Evangeline. Ellos te aman y tú eres demasiado fuerte para derrumbarte ante la primera mala noticia. Sigue adelante.
Un pequeño fósforo se enciende en mi cabeza, corro escaleras arriba, y tomo de mi habitación una caja de metal en donde guardo mis ahorros. Sé que en este momento estamos bien, pero las cosas irán apretando poco a poco hasta que papá consiga un nuevo empleo, y saberse con dinero, lo hará sentir tranquilo. Planeaba comprar con él los regalos de navidad de los niños, y atribuir a la cena de acción de gracias, pero para ello falta mucho tiempo y sé que esto es aun más importante.
Cuando llego a la sala, le entrego a mis padres la caja, y ellos la miran con confusión—: Son mis ahorros —explico—. Los guardé para una emergencia, y ya que estamos ante una, debía sacarlos. Conseguiremos la forma de salir de esta, somos los Daxton, siempre lo hacemos.
Mi padre me sonríe con agradecimiento, sé que las cuentas se han acumulado últimamente, esto será un alivio para el peso sobre su espalda. Veo la hora y corro a arreglarme, dentro de poco mi padre debe llevarme a casa de los Silver. Quince minutos más tarde, bajo arreglada para ir a trabajar y me encamino junto a mi padre, en silencio por las calles de Liverpool. Está visiblemente estresado, sobre él han caído diez años, y al verlo de esta forma me prometo ayudarlo en lo más que pueda. Me deja a la puerta de la casa donde trabajo, y me abraza con fuerza.
—No sabes cuanto te quiero, estrellita —murmura mientra se aleja.
Entro a la casa y la ajetreada Julia me saluda con apuro—: ¡Evangeline, que bueno que llegaste! La señorita Elise y tú viajarán a Londres dentro de un rato, el señor salió temprano por la madrugada, es importante que vayan hoy mismo.
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La Chica de la ventana hacia las estrellas
RomanceCuando menos te lo esperas, llegan sorpresas a tu vida. Elliot Silver, un joven empresario, es la personificación de todo lo que Evangeline Daxton no quiere en su vida, pero que sin saberlo, necesita. Sus vidas se enlazan gracias a una estrella, y u...