Capítulo veintinueve.

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Oscar Wilde—: “A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”.

Elliot Silver.

22 de septiembre del 2016.

•Oye, estrella, ¿te apetece salir a pasear? Tengo un almuerzo de negocios un poco informal, te invito a que vengas conmigo y luego iremos a buscar a Elise para ir al parque.

Envío el mensaje, esperando una respuesta afirmativa. Tengo varios días sin verla, puesto que he tenido que salir muy tarde del trabajo y mi madre es la que está con Elise después de las cuatro. Evangeline ha estado saturada con la situación de su padre, aunque no me lo dice, tienen un montón de problemas económicos encima y no me deja ayudarla en nada, pero respeto que ellos quieran hacer las cosas como siempre lo han hecho, luchando. El dinero de la venta de la casa poco a poco va a bajar puesto que tienen que pagar las quimioterapias en la clínica más los medicamentos que debe tomar el señor Daxton.

Intenté discretamente subirle el sueldo, pero me dijo que no quería que me metiera en ese asunto, que yo trabajaba duro por mi dinero y que no tengo porqué derrocharlo. Para ella es un tema bastante sensible el del dinero, no le gusta que piensen que se está aprovechando de mí, y eso hace que mi corazón se encoja, es tan dulce. Pero a mí no me interesa lo que digan, yo sé como es ella y sé que necesita de mi ayuda.

Una idea llega a mí, y comienzo a prepararlo todo. Es una buena forma de ayudarla sin que ella se dé cuenta de que soy yo, y así le ahorraría muchísimos problemas. Sé que cuando se entere de esto va a matarme, es una pequeña enana con carácter cuando se lo propone, pero haré todo lo posible para que ella no sepa y el plan salga a la perfección.

Hago un par de llamadas, reviso un montón de papeles y preparo las cosas que me piden. Es la mejor idea que se me ha ocurrido en años, y lo bueno es que parece que va a funcionar.

Todo lo hago por ella, solo espero que pueda servirle de verdad.

—•—•—•—

Evangeline Daxton.

•Vale, voy a arreglarme. Dame veinte minutos y estoy lista.

Corro a darme una ducha, y me visto con una falda de tubo blanca, una blusa rosa y unas sandalias de tacón alto también blancas. Cepillo mi cabello y este cae lacio hasta mis caderas, y tapo con maquillaje los últimos golpes que recibí en el accidente y que se están curando aun. Guardo mi celular y algo de dinero en una pequeña cartera de mano y le aviso a Elliot que venga por mí. Mientras llega, me entretengo pintando mis uñas de color rosa, ya que todos en casa están ocupados y no me prestan atención.

Escucho el claxon de su auto y voy directo a él, pero Evan, quien se ha estado quedando durante esta semana, me detiene—: ¿A donde vas, señorita?

—Voy a salir con Elliot —sonrio.

Él me sede el paso y me subo al auto de Elliot, manteniendo la sonrisa.

—Buenos días, estrella ¿como estás?

—Buenos días, Elliot, excelente ¿Y tú?

—Todo muy bien, acabo de dejar a Elise con Ginny y Lee en casa.

—Lee es tu sobrino ¿cierto?

—Sí, tiene ocho años y es toda una mente —aparca el auto en el estacionamiento de un restaurante latino.

Vaya, que curiosa elección, la verdad.

Cuando vivía con Thomas, nos dispusimos a aprender el español y el alemán como una actividad en conjunto, y hoy en día he utilizado el primero infinidad de veces gracias a los viajes, por lo que el sitio me da cierta sensación de añoranza.

La Chica de la ventana hacia las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora