Capítulo treinta y seis.

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Los juegos del hambre—: “Sí alguien te quiere de verdad, es capaz de arriesgar su vida por tí  y volver solo para estar contigo”.

Elliot Silver.

27 de septiembre del 2016.

Dos días.

Dos días en los que Thomas Grayson mantiene a Evangeline Daxton en cautiverio. No sabemos absolutamente nada de ella, salvo que sigue viva puesto que un mensaje llegó a su celular hace un par de horas, con lo siguiente:

No van a verla de nuevo, es mía.”

Contraté a un detective privado de gran renombre, ya que la policía está haciendo un trabajo tan mediocre que estoy demasiado molesto por ello. Es imposible que apenas hoy es que se hayan comenzado a movilizar, y se han cansado de preguntarnos un montón de cosas, como si eso fuera suficiente para salvar a Evie.

Elise sé está quedando en casa de mi madre, por su seguridad, y los Daxton me han pedido que me quedé con ellos mientras solucionamos esto. Por supuesto que acepté, y ahora acampo en el sofá cama de la sala de libros, puesto que la señora Daxton no quiere salir del cuarto de Evangeline. Aun está dolida porque su hija se escabulló casi que frente de sus narices, pero entiendo como se siente, así me sentí yo caundo se llevaron a Elise. Observo como Phin, el hermano menor de los mellizos, llora sentado en un sillón en la esquina.

No me imaginaba que de los tres menores, fuera él el que estaría llorando sin consuelo, su actitud no me permitía si quiera pensar en ello, pero ahora que lo veo, puedo ver lo frágil que es. Así que, de hombre a hombre, me acerco y coloco mi mano en su hombro.

—Vamos a encontrarla, Phineas —murmuro.

—Me siento mal, Elliot —responde sin mirarme—. Una de las últimas veces que vi a Evangeline le dije un montón de cosas feas, y el día de su cumpleaños simplemente la felicité y ya. ¿Por qué fui tan estúpido como para creer que ella era la culpable si es tan solo una víctima más? Ahora no sé si volveré a verla y a decirle te amo, porque es mi hermana favorita ¿sabes? Ella merece saberlo.

—Verás que si la encontraremos —lo consuelo—. Ella es fuerte, va a luchar por salir de allí.

—Le dije que estaba loca —solloza—. Evie detesta que crean eso de ella, porque nunca, créelo, nunca ha perdido el control de si misma hasta perderse. Es una de las personas más cuerdas que conozco, pero el hecho de que toma medicinas la hace sentir muy insegura respecto a eso, y yo simplemente usé esa inseguridad para herirla.

—No estuvo bien —comento—, pero entiendo que en su momento estabas dolido y actuaste de una forma totalmente diferente a lo que normalmente eres.

—Pero eso no justifica que lo haya dicho —se lamenta.

—Ya es muy tarde para... —empiezo a decir, pero me veo interrumpido por el sonido de una notificación del celular de Evangeline.

Corro a revisarlo y se cae de mis manos cuando veo lo que hay en la bandeja de entrada de su correo electrónico.

Un vídeo.

Y no solo un simple vídeo.

Es ella.

—•—•—•—

Evangeline Daxton.

Siento el agua caer sobre mí, y aunque ha sido la única manera que ha tenido de despertarme estos dos días, aun doy un brinco en mi sitio y me muevo para intentar soltarme. Pero es inútil, sigo atada y amordazada, desnuda y temblando por el frío.

—¡Arriba, bella durmiente! —exclama Thomas— ¡Dale un saludo a tu familia!

Esa última frase hace que yo abra los ojos y observe con terror lo que hay frente a mí. Una mesa, y encima de ella, una vídeocamara y otras cosas que no logro distinguir. Sé que está grabando porque puedo observar el punto de luz rojo en ella, pero mi única reacción es intentar safarme de la silla.

Se acerca hacia mí, con una máscara cubriendo su rostro, y me quita la mordaza, esperando un montón de insultos de mi parte, sin embargo me quedo en silencio, no sé que decir en esta situación.

Sé lo que ellos van a ver; un moretón en mi mejilla, uno de mis ojos cerrados casi por completo gracias a la hinchazón, un par de mordiscos sangrantes en mi pecho y hombro, sangre en medio de mis muslos, moretones en mis brazos y piernas... No quiero que ellos vean esto. Mi cabello cubre mi rostro y parte de mi torso, pero es inútil pensar que va a cubrirme demasiado puesto que él tira de mis hebras hacia atrás para que yo mire la cámara.

—Te dije que saludaras, perra —escupió con odio.

—¡Púdrete, infeliz! —le grito, sin importarme que vuelva a herirme, ya es muy tarde para arrepentimientos.

Me suelta un golpe de mano abierta que va a parar en mi nariz, y escucho con terror un crujido que me avisa que está rota. Sangre comienza a salir y el dolor me hace apretar los ojos con fuerza, y me trueno el cuello de forma forzada.

—Estoy cansado de decirte que me respetes —murmura mientras acaricia mi hombro, haciendome estremecer de miedo—. No quieres aprender y voy a tener que enseñarte por las malas, y sabes que mis métodos no van a gustarte.

No voy a claudicar, ni el dolor ni el miedo me van a hacer callar, ese monstruo tendrá lo que se merece, así me cueste la vida va a pagar cada una de las cosas que me hizo.

De tanto forcejear con mis amarres, una herida se abrió en mis muñecas haciendome soltar un chillido. Me duele todo el cuerpo, no sé que me duele más, y aun así estoy dispuesta a aguantar aun más simplemente para no sentirme doblegada.

—Dale una sonrisa a mis suegros —dice con voz alegre—. Es hora de que los saludes, no seas maleducada.

La situación es demasiado macabra, irreal, es algo que nunca me hubiera esperado. El odio es hacia mí, no tiene porqué enseñarles a mis padres el estado en el que estoy.

—¡Que saludes! —presiona algo frío contra mi garganta y el pánico me invade.

Es una navaja, va a matarme...

¿Y si eso es lo mejor? Así acabaría conmigo rápidamente, es la mejor opción.

Lo siento, papá y mamá, por supuesto que quiero hablarles, pero yo ya me despedí y no voy a hacer las cosas a su manera.

Las lágrimas bañan mi rostro, y sonrío nostálgica hacia la cámara, que lindo sería que acabara con todo de una vez. Presiona un poco más la navaja y el ardor se hace presente, la sangre comienza a caer, y de repente, se detiene.

—No puedo creer lo estúpida que eres —me insulta—. Voy a enviarle este vídeo a tu familia y ni siquiera te despediste de ellos. Estoy siendo generoso y te regalo la última oportunidad de hablar con ellos y la tiras a la basura.

—Esto es una basura —escupo—. Estás haciendo esto para joderme, es mentira que vas a enviárselo, estás intentando manipularme para que haga lo que quieres.

—¿Y según tú que es lo que quiero?

—Romperme, hacer que me doblegue, tener de vuelta a la Evangeline que hacía todo lo que deseabas. Eso es lo que quieres.

—Pero ya te tengo, Evie querida, ya te tengo —me informa como si fuera algo obvio—. Tú no te irás de aquí.

Enciende un cigarrillo y arrugo mi rostro ante el olor del tabaco, lo detesto demasiado. Da una calada y suelta el humo justo en mi rostro, haciendome toser.

—Deja de hacer eso —gruño.

—¿Estás segura?

Asiento rápidamente, pero me arrepiento al sentí como apaga la colilla en mi muslo. Suelto un grito de dolor y muerdo mis labios con fuerza, tratando de ser fuerte.

—Desgraciado —lo insulto llevada por el dolor.

—Desgracia es la que te va a caer encima, Evangeline. Creo que ya hemos grabado lo suficiente, voy a enviárselo a tus padres para que vean que su nenita está en buenas manos.

Apaga la cámara, y sale de la habitación como niño con juguete nuevo.

Papá, mamá, perdónenme por esto.

La Chica de la ventana hacia las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora