Capítulo 31.

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LIA MCMURRAY

Cuando sostuve a Liam por primera vez en mis brazos, supe que al menos él sería lo opuesto a lo que Hudson alguna vez fue. Sus ojos, el color azul intenso que tanto amo de mis hijos, estaba ahí sin embargo no había maldad en ellos. A diferencia con Hope que apenas la sostuve supe que sería un clon de su padre, con Liam me pasó algo diferente. Su tranquilidad, su risa, la manera en que disfrutaba de las pequeñas cosas me hizo pensar que se parecía demasiado a mí.

Y no me equivoqué. Liam es tranquilo, inteligente y ha sobresalido en cada cosa que se ha propuesto en la vida. Demasiado joven se fue de casa, trabajó y trabajó desde el minuto en que obtuvo su título universitario y es que para él no existía otra cosa.

Durante diez años lo vi convertirse en un adicto al trabajo, faltando a cumpleaños, aniversarios nuestros, bodas de primos y demás, todo por trabajar. Su vida estaba fichada entre los papeles que siempre sostenía en la mano hasta que de pronto llega una mujer a su vida.

Si bien mi hijo en carácter es bastante diferente a su padre, no pude jamás negar que el parecido físico era una maravilla pues Liam ante los ojos de cualquier persona, más una mujer, era un completo adonis. Las mujeres jamás le faltaron, siempre las trató con respeto y puedo nombrar solo a dos novias oficiales que tuvo en su vida, sin embargo ninguna de las anteriores logró en tan poco tiempo lo que logró su esposa.

Si bien no la conocía a la perfección, cuando me entregó a mi hijo en Año Nuevo supe que era la indicada para él. Verlos juntos era ver el amor en persona pues era todo lo que los rodeaba. Verlos, la forma tan intensa en la que ambos se miraban solo podía significar que estaban locos el uno por el otro y sé lo que se siente amar de esa forma tan pura, tan mágica y no me puedo imaginar lo que está sintiendo desde el momento en que la perdió.

Liam perdió a su esposa, y yo perdí a mi hijo.

Desde el momento en que la tierra cubrió el ataúd blanco de Joy Finlay, el alma de mi hijo fue enterrado con ella. No habló, durante las primeras semanas no nos dirigía la palabra a ninguno, ni a sus sobrinos. Se encerró en su habitación donde las cortinas permanecieron cerradas durante su estadía ahí. No oí la televisión pues su única compañía era su mente, nada más que eso.

Joy me lo devolvió, pero se llevó consigo una parte muy grande de mi niño.

El dolor que le dejó su partida lo ha hecho adelgazar hasta el punto en que las bolsas oscuras cubren sus ojos azules que ya no brillan. Lo miro y no puedo ver al niño feliz que lloró cuando conoció a sus hermanas gemelas el día en que regresamos a casa del hospital, y eso me parte el alma.

Juré cuando nacieron que jamás dejaría que nadie les hiciera daño pero ¿Cómo podía evitar el daño emocional? ¿Cómo podía luchar contra algo que no veía venir?

Cada uno de mis hijos ha tenido amor en sus vidas, mi hija Hayden casi muere persiguiéndolo, mi hermosa Heaven tiene a su hijo Hans con ella pero ¿Qué le queda a Liam? ¿Qué otra cosa más que ropa y recuerdos puede tener de su esposa?

Suelto un suspiro y desabrocho el cinturón de seguridad del avión cuando nos indican que ya tocamos suelo. A mi lado mi esposo me mira y juro que por un segundo puedo leer su mente puesto que estas últimas semanas no hemos hecho nada más que preocuparnos por el bienestar de nuestro hijo.

—¿Crees que pueda?—pregunta dudando.

—Es fuerte, tú lo dijiste—comento en voz baja a sabiendas de que Liam está solo un asiento atrás nuestro.

El aire cálido de Nueva York golpea mi rostro cuando llegamos a la ciudad. Bajamos del avión entre cámaras y gentío pues los medios de comunicación han estado esperando este momento en que nuestro hijo se deje ver luego de perder a su esposa.

Entre Joy y Nueva York (AQS #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora