𝐄𝐥𝐢𝐳𝐚𝐛𝐞𝐭𝐡 𝐲 𝐋𝐚 𝐂𝐚𝐦𝐚𝐫𝐚 𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐚

17. Pársel

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"LA CAMARA SECRETA"

Una semana después de al fin concretar la poción multijugos, se formó un gran alboroto alrededor de el tablón de anuncios, algo que casi no pasaba, al menos no desde que los gemelos Weasley lo encantarán para que llenara de pintura a quien se parase frente a este, lastimosamente me enteré de aquello en primera fila, no me había querido acercar a esa cosa desde entonces.

—¡Van a abrir un club de duelo! —dijo Seamus emocionado, se le veía en la cara —. ¡La primera sesión será esta noche! No me importaría recibir unas clases de duelo, podrían ser útiles en estos días...

—Estoy de acuerdo —dije.

—¿Por qué? ¿Acaso piensas que se va a batir el monstruo de Slytherin? —preguntó Ron, pero desde aquí puedo ver como el veía con obvio interés el pergamino.

Casi no tocamos el tema en todo el día, de ves en cuando un pequeño comentario sobre nuestra opinión. Parecía que solo existía un tema de conversación en Hogwarts, porque todos hablaban del club de duelo. Hermione insistía en que sería útil, Harry y Ron también deseaban ir, pero yo no me encontraba tan motivada.

Para cuando fue hora de la cena tanto Harry como Hermione estaban a favor, luego Ron aceptó y no me quedó de otra que también acceder. A eso de las ocho fuimos al Gran Comedor, donde se encontraba el club. Habían acoplado el espacio perfectamente para la ocasión.

—Me pregunto quien nos enseñará —se cuestionó Hermione, mientras caminábamos entre todos —. Alguien me ha dicho que Flitwick fue campeón de duelo cuando era joven, quizá sea él.

—Fascinante.

—Con tal de que no sea... —Harry no terminó su frase, el profesor Lokchart apareció y dijo.

—¡Vengan aquí, acérquense! ¿Me ve todo el mundo? ¿Me oyen todos? ¡Estupendo! El profesor Dumbledore me ha concedido permiso para abrir este modesto club de duelo, con la intención de prepararlos a todos ustedes por si algún día necesitaran defenderse tal como me ha pasado a mí en incontables ocasiones...

—Ni siquiera aprendemos mucho en su clase y ahora también está aquí. Mejor volveré a la sala común, tal vez alguien haya traído algo de la cocina —dije, retrocedí unos pasos con toda la intención de irme pero no pude hacerlo cuando choqué con alguien.

—¿Elizabeth Fabray, eres tú? —asentí ante la pregunta de una niña rubia y ojos café con el uniforme de Slytherin puesto.

—Daphnne Greengass? —ella asintió y me sonrió.

—Me sorprende encontrarte aquí, uno pensaría que los Slytherin se mantendrían al marguen de un evento popular —comenté.

—Fue idea de Draco, ¡Perdón!, Malfoy —en su voz se oía arrepentimiento —. Y dado a que es nuestro príncipe, tenemos la obligación de estar presentes.