Capítulo 17

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¿Alguna vez habéis experimentado la casa de vuestros abuelos en navidad?. Siento lastima de la gente que no, si amo estas fiestas es gracias a mis abuelos, al ambiente de la casa decorada por todos los nietos. Mi madre tenía cinco hermanos, todos varones. Éramos bastante numerosos pero siempre hacíamos hueco en la mesa, siempre.
Salude a toda mi familia, pero me tuve que parar mejor en Jorge,  mi primo favorito por excelencia, me sacaba solo tres años, que era bastante poco comparado con los casi treinta que me sacaba la prima mayor. Actualmente y sin ninguna baja,  éramos diez nietos, cosa que llenaba de orgullo a mi abuelo. Siempre he dicho que mis primos son increíbles, y siempre lo haré, puede que la vida no haya sido muy justa conmigo, pero supo compensarlo con la familia de mi madre. Los chistes de mi tío Pepe, la mirada expectante de mi tío Claudio, la risa de mi tío Luis, la mirada de amor de mi madre cuando sus hermanos están juntos, las conversaciones de mi hermana con nuestra prima Paula en la cocina cortando jamón. Si tenía suerte, era en ellos. Cuando nos sentabamos en la mesa para empezar a comer siempre miraba a mi abuela, la cual sonreía pasando platos con comida, muchas veces sin decir nada, pero sonreía, siempre sonreía, y si a mi se me hinchada el pecho de orgullo con mi familia, lo que sentía ella tenía que ser una explosión, al fin y al cabo, ella había creado aquella familia.

-Me han dicho que te han visto con un niño, ¿como tú primo mayor debería preocuparme? - Jorge siempre se sentaba a mi lado en las cenas o comidas, y aunque todos hablabamos con todos, solíamos tener bastantes conversaciones privadas, yo estaba al tanto de su vida y él de la mía.

-¿Qué tienes ? ¿gente espiandome? -A veces daba miedo como sabia tantas cosas.

-Osea que es verdad, la pequeña se ha echado novio.

-Dile a tus espías que confirmen la información antes de darla.- Mi primo soltó una pequeña carcajada. Aproveche para preguntarle cómo iban las cosas con su actual novia, me arrepentí al segundo de haberle dicho algo, no me dejó de hablar sobre el amor de su vida durante toda la cena.

Terminamos de comer una hora antes de las doce, eso significaba que mientras los mayores tomaban un postre y alargaban conversaciones, nosotros éramos libre de irnos, siempre dolía ver cómo algunos de tus primos ya se quedaban metidos en alguna conversación,  cuando eran ellos los primeros en salir corriendo para molestar a los más pequeños.
Agarre a Jorge de la manga de su camisa e hice que saliera al balcón vacío.

-¿Qué te pasa loca? - Él tan agradable como siempre.

-Llevo casi cuatro horas muerta de curiosidad- Mi primo me miró esperando a que siguiera hablando. -He encontrado una caja polvorienta en el desván de la casa de mi padre, llevo toda la noche pensando que puede haber.

-¿Y?

-Y, tú me vas a acompañar al coche a por ella y vamos a ver que hay dentro.

-Que no que no, que mal rollo tía, imagínate que es ropa interior de una vieja- Tan fino como lo recordaba.

-Bueno, si es eso te dejo quedartelas no te preocupes- Las pullas entre primos era lo mejor que podía existir.Le pedí las llaves del coche a mi madre, con la excusa de que había perdido un pendiente y quería buscarlo. Habíamos aparcado bastante cerca de la casa de mis abuelos. Teníamos 45 minutos aproximadamente para ver el interior de la caja y volver para celebrar la entrada del nuevo año.

Cuando llegamos al coche la intriga me estaba comiendo viva,  y puede ser que acelerara el paso y abriera el maletero con un poco de ansía. Jorge me ayudó a llevar la caja de vuelta al balcón de la casa de los abuelos, íbamos a quedarnos en el coche pero teníamos miedo de perdernos la entrada de año allí solos, ¿gallinas? un poco.
No fue tarea fácil llevar la caja al balcón sin que nadie nos viera, repito, somos muchos, pero todos estaban demasiado ocupados preparando las uvas para prestarnos atención. Mi primo soltó la caja encima de una mesa que había allí, no sin ir después a por un plato de turrón. Gire los ojos en cuanto lo vi aparecer con aquel plato de chocolate, pero no le culpe, yo hubiera hecho lo mismo. Me aparte de la caja para contemplar la gran variedad de chocolate que había frente a mí.

En los brazos de Morfeo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora