No tengo ni idea de cómo he terminado entre las piernas de Alessandro curando las heridas de su mandíbula. Él estaba completamente tranquilo, como si tenerme entre sus piernas era algo que pasará habitualmente, si seguíamos así se podría llegar a volver una tradición, no es la primera vez que nos ocurría.
-¿Me vas a contar esta vez cómo te has hecho esto? -Intenté mirarle a los ojos.
Alessandro simplemente negó con la cabeza.-No soy tu enfermera-Me aleje un poco de él, el corte ya tenía mejor pinta.
-No, pero puedes ser todo lo mía que quieras- Me gire y le miré mal, ¿de qué iba?. Él no pareció muy afectado, se levantó de mi cama y se empezó a quitar la camiseta.
-Ehehehehe, ¿¡Qué haces?! -Me gire lo más rápido que pude.
-¿Sabes lo incómodo que es dormir en vaqueros?
-¿Y qué te hace pensar que vas a dormir en mi cama? -Este hombre me iba a matar. Aunque me moría de ganas de darme la vuelta para poder verle, mi orgullo era más grande.
-Vaya Victoria, ¿por qué iba a dormir en tu cama si tienes una nido debajo?, pero no te preocupes, si tienes tantas prisas de meterme en tu cama yo no tengo ningún problema- No lo estaba viendo, pero sabia que una sonrisa socarrona adornaba su boca.
-Ya sabes a lo que me refiero Alessandro- Con un día tan lleno de emociones como este, lo último que necesitaba era una pelea con él.
-Casi te violan Victoria, ¿qué te hace pensar que te iba a dejar sola?.
-No me han casi violado- Con rabia me gire hacía él, me encontré con sus ojos negros, solamente tenía unos calzoncillos negros puestos, su ropa estaba bien doblada en una silla y sus zapatos puestos debajo, aunque la vergüenza se apoderó de mi cuerpo no aparte la mirada, estaba muy bien definido, este hombre es un dios griego en toda regla.
-¿Te podrías poner unos pantalones por lo menos? -Aunque en ni interior deseaba que no se pusiera nada, se me hacía violento. Alessandro me miro pensando de donde iba a sacar algo de su talla. Me acerqué a mi cómoda y abrí el tercer cajón, para su suerte o desgracia, guardaba unos pantalones de chandal de Fran, que me había dejado un día de fiesta y no se los había devuelto. Alargue el brazo para dárselos y él los aceptó sin hacer preguntas.
-Estas cambiando de tema, te llegó a dejar dos minutos más y lo tienes encima- Me había distraído con el hombre misterioso, si no fuera por esa sombra puede que siguiera allí con él, y aunque no tendría nada con Lucas, y lo consideraba más un amigo que un amante, no está mal.
-Si no me hubiera distraído, es muy posible que siguiera allí- Le fui sincera, tuve la misma sinceridad que esperaba que el tuviera conmigo, me había cansado de sus juegos y sus mentiras, ya no.
-Hablame del encapuchado- Se sentó en mi cama expectante, como si de verdad tuviera algún tipo de curiosidad, como si no me consideraba una loca.
-Hablame de tus heridas- Crucé los brazos por encima del pecho, esperando algún tipo de reacción por su parte. Quería que me contara sus heridas, quería que me hablará de sus problemas, porque alguno mental tenía que tener, y ya no sólo lo quería por curiosidad, lo necesitaba, necesitaba volver a mi vida normal, a antes de conocerlo, a antes de las pesadillas.
Para mi sorpresa Alessandro me ofreció su mano para cerrar el trato. Se la acepté, y aunque supe que no era una gran victoria, era una, y eso es un gran logro para la semana que estaba teniendo.-Empiezas tú- Se me adelantó, y no tuve otra que contarle todo lo que me estaba pasando.
-Por favor, no pienses que estoy loca.
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En los brazos de Morfeo
Romansa¿Te imaginas que la única manera en la que puedes dormir sin tener pesadillas es en los brazos de un desconocido?. ¿Y si ese mismo desconocido pasa de ser la solución a ser parte del problema? Nada es lo que parece y todo es como es. Victoria va a t...