|❦︎|PRÓLOGO

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La respiración se me corta con cada empellón, no puedo parar de jadear y gemir presa del placer. Sus manos sujetan mis caderas con delicadeza y firmeza a la vez. Me sostengo de sus hombros al mismo tiempo que escondo el rostro en la curvatura de su cuello. Muerdo esa parte de su cuerpo.

Una leve capa de sudor se forma haciendo nuestras pieles resbaladizas.

El peligro asecha, no hay que ser adivinos para darse cuenta que en cualquier momento abrirán esa puerta, esa que nos aleja del exterior, misma que parece fuerte, pero es frágil. No, nos queda mucho.

Hoy morirá uno de los dos o quizás los dos al estilo Romeo y Julieta. Melodramático, te lo aseguro.

Hace una noche perfecta para morir, la luna nos acompaña y el único sonido es el de nuestros sexos chocando una y otra vez en perfecta sincronía. Mi espalda se arquea mientras me penetra sin pudor, sus manos las lleva a mis pechos para apretujarlos y pasar la lengua por los botones que los decoran.

Recorro su pecho con mis manos, veo el magnífico anillo que decora mi dedo anular.

La causa de todo, un puto anillo. Invierte papeles quedando sobre mí, su lengua y labios recorren los lugares de mi cuerpo, delicioso. No tarda en volver a introducirse y penetrarme, él también está ansioso, sabe tanto como yo que no llegaremos al altar, pero lo disfruta.

El estruendo en la planta baja no tarda en presentarse, ha llegado el momento. Nos mantenemos en la cama desnudos, jadeando en su oído y él susurrando en el mío.

Todo a nuestro alrededor se cae y rompe como una burbuja de cristal que nos aislaba de la realidad, solo nos separa la puerta. Cada entrada, cada gemido por cada muerto.

Todo es culpa nuestra, pero no me siento como tal, agredezco que suceda esto. Por fin va a caer la pantomima, es lo mejor.

El orgasmo de ambos no tarda en llegar. Nos quedamos unos segundos contemplando al otro. Es triste saber que la persona a la que amas va a morir a manos del otro. La puerta nos separa del caos que hay a unos metros de nosotros, pero ambos sabemos que el verdadero enemigo se encuentra en la habitación.

Triste, perder a alguien que ha convivido tanto contigo, aún sabiendo que no es correcto. Era la primera vez que alguien me hacía sentir... única.

—Ti amo...

Son sus últimas palabras antes de reincorporarse para vestirse y abandonar la habitación. Una risa amarga sale de mis labios al momento en el que repito la acción con la diferencia de que yo voy directo al ataque.

Es momento de regresar a la realidad, recorro con cautela los pasillos de la casa. Las inmaculadas obras y paredes manchadas de sangre, personas muertas y heridas suplicando piedad y ayuda que me niego a ofrecer. Solo pienso en mí, en sobrevivir y él.

Solo él, la causa de este desastre. Así como inicio, termina, demasiado cliché y curioso porque esperaba un final feliz donde tuviera por fin la vida que merezco llena de amor y felicidad, pero no, parece que mi destino es ser miserable por la eternidad.

En fin, empuño el arma como aprendí hace unos meses, atenta a mi espalda y frente. Al recto de mi vista, con ambos ojos abiertos, concentrada y fija en todas las direcciones sin bajar la guardia. Tengo carga de 8 balas, así empuño mi navaja con la izquierda, doy buen combate, así que estoy salvada en ese aspecto.

Aún estoy aturdida por el increíble sexo, pero no nublada el cerebro continuó sin encontrar a alguien, a pesar de que se escucha ruido por todos lados.

Debo agudizar el oído para captar los pasos de alguien acercándose. Me arrincono contra la pared lista al ataque.

Es un hombre que me dobla la estatura el que se me viene encima al no poder usar su arma. Esquivo el puñetazo que intenta impactar mi rostro, en reacción le doy una patada en la pierna que no parece afectarle porque me empuja con la fuerza suficiente para enviarme de trasero al suelo. Aprovecha para tomar su arma del suelo para tirar del gatillo hasta vaciarlo sin atinarle ni una, ya que ruedo esquivando los impactos.

Logro ponerme de pie e instantáneamente me le voy encima con toda, doy golpes en su rostro y cuerpo. Me los devuelve al doble, hace que me queje del dolor cuando llega a mi estómago. Tomo la navaja y la entierro en su pierna haciendo que retroceda.

Sangre chorrea por su pierna, pero no es impedimento para que se quite la navaja con agilidad, enfurece más. Sin lugar a que pueda defenderme, me toma del cuello para levantarme y quedar a su altura, la respiración se me corta, golpeo, pataleo y gimoteo presa del dolor. Intento alcanzar mi arma, pero no puedo. Las fuerzas empiezan a abandonar mí cuerpo.

La expresión de satisfacción en su rostro se le borra cuando una bala atraviesa su cráneo salpicando sangre en el proceso, me deja caer como costal y recupero el oxígeno perdido.

Una enorme sonrisa surca mi rostro al verlo parado frente a mí, con su porte de héroe.

—Eres una rebelde.

—Las despedidas melodramáticas déjaselas a tú madre.

—Nunca obedeces.

—Eso ya lo sabías. No me voy a quedar esperando, si voy a morir que sea épico.

Incluso ahora su sonrisa me parece lo mejor de este mundo, se acerca para ponerme de pie y depositar un casto y breve beso en los labios.

Suelto un suspiro involuntario.

Nos ponemos en marcha a cumplir nuestra misión...

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DARK SECRET [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora