|❦︎|MISIÓN: WELCOME TO LAS VEGAS (Parte 1)

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CAPITULO 12


Megan…

Me paso las manos por los ojos conteniendo el cansancio, gruño cuando recuerdo que estoy maquillada. Tenía que ponerme al día con todo lo sucedido en la central, desde la captura de Maximiliano hasta mi desaparición y secuestro por Emiliano.

He puesto muchas cosas que no son ciertas, como todos a mi alrededor. Seguí el consejo del rubio de poner suma atención a los que me rodean y pude notar varias cosas. Las pausas incómodas, los titubeos en las respuestas y las miradas esquivas no pasaran desapercibidas.

Es como si mis ojos, fueran lentes de verdad, que captan cada gesto, cada microexpresión. Incluso cuando mis propios amigos intentaron disimular, he podido sentir la verdad en el aire, como un eco sutil que resonaba en mi mente.

Con una sonrisa serena, guardo sus descubrimientos, sabiendo que la mentira no puede ocultarse por mucho tiempo bajo la lupa de mi astuta observación.

La conclusión es que todos forman parte del asqueroso circo donde yo soy el acto principal. Ya les voy a demostrar que conmigo no se juega.
Yo también sé mover las fichas de forma estratégica. Son las 23h00 pm y a esta hora no hay nadie rondando en los pasillos, hora de atacar.

Apago mi computador y tomo todo lo que necesito para abandonar mi oficina y encaminarme a la de Drystan, no me preocupo por ser descubierta, las cámaras están desactivadas.

Frente a la puerta paso la tarjeta que robe esta tarde de su chaqueta y la llave maestra que siempre ando a llevar, disfruto cuando la puerta cede con facilidad. Me ilumino con la linterna de mi celular, si enciendo las luces se activará el sistema de seguridad.

Llevo días planeando todo para no tener fallos en mi plan, necesito pruebas antes de encarar a todo el mundo. Me encierro por dentro, desactivo la alarma de infrarrojos y con rapidez me dirijo a la Laptop de mi encantador esposo.

Era obvio que no iba a dejar nada en casa, para que no sospeche. No es idiota, a veces Drystan puede sorprender con su inteligencia.

En fin, ingreso la clave pasando con éxito los cinco filtros de seguridad establecidos por los directores de TICS.

—Eres una genio, Megan. —me auto felicito.

Conecto el Pendrive a la entrada de la laptop siguiendo los pasos de mi hacker, abro algunas páginas como me indicó entre ellas la de acceso total a los documentos y correos electrónicos de Drystan.

Tal cual me lo indicaron, lleva diez minutos que los datos se compartan, estoy con el tiempo exacto antes de que pasen los celadores para revisar que todo ande en orden.

Hay una pila de documentos desordenados a un lado, poco común en Drystan. Es la persona más obsesionada con el orden que conozco.

Sin pensarlo dos veces le tomo fotos a todo lo que puedo, sin detenerme a observar fotos o nombres. Entre más información, mejor.

Te estoy amando ahora mismo por tu inteligencia.

Lo sé, querida.

Cuando termino de fotografiar faltan cinco minutos, así que me relajo en la silla revisando el mensaje que ilumina la pantalla de mi celular.

<<¿Qué llevas puesto en este momento?>>

Sonrió inconscientemente al ver lo que puso. Texteo rápidamente mi respuesta.

<<Lo normal, pantalones de entrenamiento, blusa de tirantes y botas>>
Su respuesta es rápida.

<<Aburrido, ¿Ropa interior?>>

<<Obvio, es de color blanco y de encaje>>

Muerdo mi labio inferior imaginando su reacción.  Me llaga una foto como respuesta, se me calienta el cuerpo y una corriente me recorre la entrepierna cuando veo la erección bajo su pantalón.

Joder.

La pantalla emite un sonido anunciando que la descarga concluyó, con sumo cuidado retiro el Pendrive para no dejar registro y me apresuro a la puerta.

Tengo dos minutos para volver a mi oficina, activo nuevamente la alarma y salgo de la oficina de Drystan poniendo seguro como estaba antes. Los pasos de los celadores se hacen más fuertes y me apresuro a alejarme de la puerta cuando me los encuentro.

—Coronel, buenas noches. —saludan.

—Buenas noches. —respondo tratando de sonar normal.

Esto no debía pasar, calculé mal el tiempo o ellos se adelantaron.

Maldición.

Me empiezan a temblar las manos de los nervios y se me acelera el corazón, procuro mantener la calma y no levantar sospechas.

Observan a mi alrededor buscando algo que me incrimine.

—¿Qué la trae por aquí? No es hora de rondar por el comando. —me dice uno de ellos.

—Estaba adelantando el trabajo, no medí la hora y me quedé encerrada. —miento— Justamente los estaba buscando para que me ayuden a salir de aquí, no quería que sonara la alarma.

Sus expresiones se relajan creyendo mi absurda historia.

—Claro, mi coronel con gusto, acompáñenos.—me dicen.

Paso por delante de ellos siguiendo mis pasos, hasta la salida principal.

—Gracias. —digo.

—Descanse, Coronel. —responden.

Cuando se alejan suelto el aire que tenía contenido, camino apresuradamente a la residencia militar. Ya no hay nadie a cargo cuando cruzo la entrada, ni cuando llego a mi habitación.

Suspiro aliviada de haber tenido éxito en mi misión.

—¿Cómo te fue? —me sobresaltó una voz familiar.

Disimuladamente escondo el Pendrive en el bolsillo trasero de mi pantalón.

—¿Qué no tienes vida social? —pregunto.

Me acerco a la cama donde se encuentra recostado sobre uno de sus brazos mientras está leyendo un libro.

—¿Alguien a quién matar? ¿Torturar? ¿Hacer negocios? ¿Algo?

Suelto mi cabello sintiendo libertad del apretado moño que lo sujetaba. Observa cada movimiento que hago, me está desnudando con la mirada y yo me pongo nerviosa.

—No puedes solo decir que llevas ropa interior de encaje y no venir a confirmarlo. —suelta el libro y se lleva la mano a su entrepierna.

DARK SECRET [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora