14. El chico del bosque.

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Esa tarde decidimos volver a casa temprano, por indicación del veterinario Odín aún no podía salir a pasear por lo que nuestros planes de llevarlo al parque se pincharon

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Esa tarde decidimos volver a casa temprano, por indicación del veterinario Odín aún no podía salir a pasear por lo que nuestros planes de llevarlo al parque se pincharon.

De camino a casa el teléfono de Fausto comenzó a sonar insistentemente, Fausto no solía responder llamadas cuando conducía, era un chico demasiado responsable y consideraba que si era una emergencia insistirían, por lo que al sonar por tercera vez consecutiva me pidió que respondiera.

— Hola Raúl— respondí contenta al ver su nombre en la pantalla.

— ¡Mora querida!— el hombre también sonaba contento de escucharme, algo en el me hacía sentir bien, cómoda. Lo sentía sincero...

— Fausto está conduciendo ¿Es importante?— pregunte enseguida.

— Necesito que vengan ambos a la comisaria, si es importante...

Mi mirada automáticamente se dirigió a Fausto, que me miro preocupado — ¿Paso algo?

— Les cuento cuando lleguen, por favor...— colgó el teléfono y la sangre se me helo, sabía que algo no andaba bien, pero no sabría cómo explicarlo.

En cuanto le di el mensaje a Fausto, dejamos a Odín en casa y volamos a la comisaria.

No había tanta gente, aunque quedaban algunos medios locales que aun querían cubrir el caso de la chica que había aparecido semanas antes en el bosque. En cuanto pasamos la entrada nos recibió Raúl y pude notar la angustia y preocupación en su rostro.

Nos hizo pasar a su despacho y en cuanto cerró la puerta sentenció:

— Federico Echegoyen está muerto...

— ¿Qué?— pregunte mientras sentía como la sangre abandonaba mi cuerpo y se acumulaba en mis pies...

— Siéntate— Fausto me sostuvo de la cintura y me ayudo a sentarme al ver como palidecía, estaba segura que me desmayaría.

¿Cómo podía ser que Federico estuviera muerto? Y ¿Por qué era Raúl el que me lo estaba diciendo? No podía entender nada de lo que estaba pasando, no podía encontrarle el sentido.

— ¿Qué paso?— Fausto fue el primero en preguntar, yo no me sentía capaz de hilar una sola palabra.

— Creí que tenían que saberlo y voy a necesitar interrogarlos...— comento casi con vergüenza— es solo rutina chicos...

— ¿Qué paso?— fui yo quien interrumpió a Raúl.

— Anoche llamaron del Hotel Los Bendecidos— el antiguo hotel que queda junto al cementerio y la capilla— Habían visto a un hombre deambular por entre las tumbas— Raúl suspiro cansado— pensamos que sería una de esas veces en las que ya saben...— mueve sus manos como dándonos a entender sobre turistas drogados que dicen ver cosas en el cementerio, ambos asentimos— pero nuestra obligación es revisar y eso hicimos, pero bajo el viejo roble del cementerio encontramos a Echegoyen, desnudo y muerto.

Los BendecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora