27. Desgracia

17 2 4
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


— Vamos amiga...— le rogué a Belén que viniera a dormir unos días a casa de Fausto hasta que decidiéramos que hacer en la casa.

— De verdad no me molesta Bel y tengo un cuarto extra...— Fausto intento convencerlo.

— No— mi amiga sonrió y apoyo su mano en el hombro de Fausto— te lo agradezco, pero Pablo vendrá a quedarse unos días ¿Te molesta?— me pregunto.

— No, claro que no. Pero...

— Entonces está perfecto.

Con eso Belén dio por terminado el tema, se dio media vuelta y camino por el pasillo.

— Déjenle muchos besos a Odín de mi parte— grito antes de entrar a su cuarto.

En mi cuarto, Fausto me ayudo a armar un bolso con lo básico.

— ¡Mi computadora!— Exclame recordando que hacía mucho no escribía y tenía trabajo que entregar a la editorial.

Cuando entre a mi oficina todo, absolutamente todo estaba dado vuelta.

— ¡Fausto, B!— los llame con la voz entrecortada.

Mi amiga fue la primera en llegar, seguida por Fausto.

— ¿Pero qué mierda?— pregunto Belén parada en la puerta.

— Ven con nosotros...— insistió Fausto.

B rodo los ojos y sin responder nada, me ayudo a juntar las cosas necesarias.

— Yo me encargare de ordenar todo... vete — susurro en mi oído — te amo.

— Si pasa algo, vete para allá...

— Tranquila— soltó una carcajada— no tengo miedo.

Poco convencidos, cargamos todo en la camioneta y antes de irnos recordé que estaba leyendo algunos libros de la tía Eleanor, por lo que volví a buscarlos. Quise ver como estaba B pero estaba duchándose y decidí no molestarla.

Cuando Odín me vio entrar a casa de mi novio se desesperó y Fausto tuvo que frenarlo para que no vuelva a lastimarme. Por lo que me senté en el sofá y lo obligue a calmarse a base de mimos.

— Pediré algo para cenar ¿Por qué no te recuestas?

— Fausto...— lo llame antes que entrara en la cocina.

Se acercó y se sentó a mi lado.

— De verdad no pasó nada— pareció leerme la mente— sé que se ve mal y sé que en tu lugar estaría furioso, pero te prometo que no pasó nada ¿Confías en mí?— pregunto casi con miedo a mi respuesta.

— Si... pero— suspire— Esa chica no me gusta, me huele mal...— Sonrió— Me refiero a algo literal amor...— Me miro confundido— cuando se acerca huelo algo horrible, es oscura y huele mal, muy mal.

Los BendecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora