— Vamos amiga...— le rogué a Belén que viniera a dormir unos días a casa de Fausto hasta que decidiéramos que hacer en la casa.
— De verdad no me molesta Bel y tengo un cuarto extra...— Fausto intento convencerlo.
— No— mi amiga sonrió y apoyo su mano en el hombro de Fausto— te lo agradezco, pero Pablo vendrá a quedarse unos días ¿Te molesta?— me pregunto.
— No, claro que no. Pero...
— Entonces está perfecto.
Con eso Belén dio por terminado el tema, se dio media vuelta y camino por el pasillo.
— Déjenle muchos besos a Odín de mi parte— grito antes de entrar a su cuarto.
En mi cuarto, Fausto me ayudo a armar un bolso con lo básico.
— ¡Mi computadora!— Exclame recordando que hacía mucho no escribía y tenía trabajo que entregar a la editorial.
Cuando entre a mi oficina todo, absolutamente todo estaba dado vuelta.
— ¡Fausto, B!— los llame con la voz entrecortada.
Mi amiga fue la primera en llegar, seguida por Fausto.
— ¿Pero qué mierda?— pregunto Belén parada en la puerta.
— Ven con nosotros...— insistió Fausto.
B rodo los ojos y sin responder nada, me ayudo a juntar las cosas necesarias.
— Yo me encargare de ordenar todo... vete — susurro en mi oído — te amo.
— Si pasa algo, vete para allá...
— Tranquila— soltó una carcajada— no tengo miedo.
Poco convencidos, cargamos todo en la camioneta y antes de irnos recordé que estaba leyendo algunos libros de la tía Eleanor, por lo que volví a buscarlos. Quise ver como estaba B pero estaba duchándose y decidí no molestarla.
Cuando Odín me vio entrar a casa de mi novio se desesperó y Fausto tuvo que frenarlo para que no vuelva a lastimarme. Por lo que me senté en el sofá y lo obligue a calmarse a base de mimos.
— Pediré algo para cenar ¿Por qué no te recuestas?
— Fausto...— lo llame antes que entrara en la cocina.
Se acercó y se sentó a mi lado.
— De verdad no pasó nada— pareció leerme la mente— sé que se ve mal y sé que en tu lugar estaría furioso, pero te prometo que no pasó nada ¿Confías en mí?— pregunto casi con miedo a mi respuesta.
— Si... pero— suspire— Esa chica no me gusta, me huele mal...— Sonrió— Me refiero a algo literal amor...— Me miro confundido— cuando se acerca huelo algo horrible, es oscura y huele mal, muy mal.
ESTÁS LEYENDO
Los Bendecidos
KorkuCuando mi tía abuela Eleanor muere, oficialmente, quedé sin familia. Mi mejor amiga y yo no pasábamos por un buen momento y, desesperadas, decidimos mudarnos a Los Bendecidos, donde Eleanor nos había heredado una preciosa casa. Allí hicimos amista...