8. Diosa de la muerte

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Esa noche mis nervios eran monumentales, Fausto quedo en pasarme a buscar a las nueve y yo realmente no sabía que ponerme

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Esa noche mis nervios eran monumentales, Fausto quedo en pasarme a buscar a las nueve y yo realmente no sabía que ponerme. Por suerte B había llegado temprano del local y me pudo ayudar, finalmente elegimos un jean negro, con botas largas del mismo color y un sweater extra grande en color gris, mi favorito.

— Estás preciosa...— murmuro Fausto sobre mis labios antes de ayudarme a subir a su camioneta.

La casa de Raúl quedaba un poco alejada del centro del pueblo, casi en la entrada a este. Es una enorme casa de dos plantas y muy bonita. Atravesamos la entrada y nos estacionamos justo detrás de un pequeño auto rojo.

Ni bien bajamos de la camionera una mujer delgada, con el cabello oscuro y prolijamente peinado salió a recibirnos.

— ¡Al fin!— la mujer me abrazó y fue un gesto agradable— No te imaginas las ganas que teníamos de conocerte.

— Muchas gracias— sonreí mientras la mujer saludaba a Fausto.

— Soy Alicia, la esposa de Raúl y la madre de Emiliano...

— Es un placer Alicia, soy Mora.

Entramos a la casa y en la cocina, para mi sorpresa, se encontraba Raúl justo frente a la estufa con varias ollas en ellas.

— ¡Mora querida!— exclamo con mucha alegría.

— Raúl...

Me acerque al hombre que me estrechó entre sus brazos, no solían gustarme estas demostraciones de cariño, pero Raúl era un hombre que transmitía mucha paz. Algo en sus gestos me decía que era una buena persona.

Minutos más tarde sonó el timbre y Emiliano entro acompañado de una joven que me presento como Sofía, su novia.

La chica no pareció muy contenta de verme, era como si no hubiera esperando que yo estuviera allí, pero decidí no darle mayor importancia.

Raúl había preparado pastas caseras y estaban deliciosas. No voy a negar el haberme sorprendido con su habilidad en la cocina, el hecho de haberme criado con mi abuela y sin figuras masculinas a mí alrededor me hace suponer que los hombres son inútiles.

— ¿Cómo te sientes en el pueblo?— Alicia pregunto ignorando algo que decía la novia de Emiliano y eso puso de manifiesto la tensión que había entre ambas.

— Muy bien, es un lugar increíble...— di por finalizada mi cena y bebí un trago del delicioso vino que habían servido— Aun no conozco demasiado, la verdad es que tengo un trabajo que presentar a fin de mes y eso me tiene un poco ocupada.

— ¿A qué te dedicas?— me pregunto Sofía hablándome por primera vez en lo que iba de la noche.

— Yo pregunte lo mismo y quede como un ignorante— comentó Emiliano.

— Por favor, no es para tanto— dije sonrojándome un poco— Soy escritora...

— ¿Escritora?— Alicia parecía sorprendida— que interesante ¿Qué escribes?

Los BendecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora