10. Rosas

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"Toc-Toc-Toc" El golpe se había repetido varias veces, pensaba que era un sueño hasta que medio desperté y en ese limbo entre el sueño y la conciencia me di cuenta que no estaba soñando, pero estaba tan cansada que no podía abrir los ojos.

— Uno, dos, tres— una voz susurró a lo lejos. Entonces me auto convencí que era un sueño y me di vuelta dando la espalda a la puerta.

— Uno, dos, tres— La voz sonó más cerca seguida de una risita aniñada.

Me levante alterada, no era un sueño. Me di vuelta observando cada rincón de mi habitación, estaba oscura por lo que a mis ojos les tomo tiempo adaptarse. No había nada, todo estaba vacío y en calma. Pensé en levantarme pero todo estaba en silencio por lo que me obligue a calmar mi respiración y me convencí que tal vez si había sido un sueño. Me costó mucho pero, finalmente, logre conciliar el sueño.

Cuando me levante, la mañana siguiente, B ya se había ido a la pastelería por lo que me dirigí a la cocina para prepararme un café. Junto a la cafetera, había una nota de mi amiga:

"Deje los cuadernos de los que hablaba tu tía sobre el escritorio. También busque los de tu abuela pero no los encontré. No ignores esto, tenemos que hablar, te espero en la pastelería. Te amo B"

Deje la nota a un costado, me serví el café y mientras caminaba hacia el despacho de mi tía revise mi celular y respondí un mensaje que Fausto me había dejado anoche.

El despacho de mi tía se sentía diferente desde anoche, seguía sin gustarme la idea de ser la sobrina nieta de la bruja del pueblo, pero la idea de que mi abuela y mi madre fueran como ella, me sonaba tan descabellada. Ni hablar de ser yo misma una, es una locura ¿Verdad?

Deje el café en el escritorio, abrí los postigos y la ventana, para que entre la luz , y volví a sentarme con ambos cuadernos frente a mí. Los observe sorbiendo mi café, mentalmente tenía una disputa entre mi curiosidad y mi lado racional. Tenía muchas preguntas y no tenia quien las responda ¡Genial! Tal vez debería ir a ver a Isidora, al menos eso decía mi tía, tal vez ella podría darme algunas respuestas.

Abrí el cuaderno y comencé a ojearlo, no leía nada en específico solo quería verlo por encima, no estaba segura de querer leer su contenido. Entonces recordé algo que ponía en su carta y corrí a mi habitación a buscar el collar que me había dado, una medalla de San Benito que siempre usaba no por su significado sino porque había sido Eleanor quien me lo había dado. Gire el collar y preste atención al símbolo que tenía detrás, en realidad yo no lo conocía como Eleanor suponía. Nunca había visto ese símbolo en casa de mi abuela, pero decidí revisar los espejos de la casa de la tía y efectivamente, di vuelta el que estaba en el baño del pasillo y allí estaba pintado sobre el papel madera que estaba detrás de él. Continúe revisando todos los espejos y si, allí estaba el símbolo.

Volví al estudio y comencé a revisar algunos rincones. Los libros estaban muy bien ordenados, aunque polvorientos. Se notaban antiguos pero muy bien conservados.

Los BendecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora