33. ¡Fuera!

9 2 0
                                    

Belén estaba de pie junto a la cama, completamente desnuda y con marcas de garras en su estómago

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Belén estaba de pie junto a la cama, completamente desnuda y con marcas de garras en su estómago.

Pablo tomo una manta que había en una silla y se acercó a cubrirla. Pero Belén fue más rápida y de un manotazo lo empujó hacia la otra punta del cuarto. Era increíble. Mi amiga era piel y hueso ¿De dónde sacaba esa fuerza?

— Libéranos...— exigió una voz eléctrica.

— Eso hare...— respondió Doménico levantando el cuaderno que mi tía había dejado abajo. Con su mano libre beso el crucifijo que traía en su cuello.

Belén clavo sus ojos en los míos, sonrió, saco su lengua y volvió a relamer sus labios. Fausto tiro de mi brazo unos cuantos pasos hacia atrás.

— Crux Sacra Sit Mihi, Lux Non Draco Sit Mihi Dux, Vade Retro Satana, Numquam Suade Mihi Vana, Sunt Mala Quae Libas, Ipse Venena Bibas.

Doménico hablo casi sin respirar y en voz muy alta. En ese momento una fuerte correntada de viento recorrió el cuarto. Es como si de pronto allí dentro se hubiera desatado una tormenta. Los brazos de mi amiga se extendieron en posición de crucifixión y de su pecho salió una risa burlona.

— ¿Acaso piensas que con eso nos echaras?— La risa volvió a escucharse.

Era como si muchas personas hablaran y rieran, al mismo tiempo, por la boca de mi amiga.

— ¡Somos los seis grandes!— gritaron todos al mismo tiempo.

Fausto y yo nos miramos ¿Acaso no eran siete?

Doménico sonrió — Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Jesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in hora mortis nostrae. Amen.

Comenzó a rezar sin parar, una y otra vez. Mi amiga cayó de rodillas tan fuerte que podría haberlas roto. Grito, pero no fue ella ni fue de dolor, supongo que esas cosas querían asustarnos, hacernos desistir.

— Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen. — Esta vez rezo en español, nos miró y nos pidió que lo acompañáramos. Eso hicimos sin dudarlo.

— Sancte Michael Archangele, defende nos in praelio. Contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur. Tuque princeps militiae caelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo divina virtute in infernum detrude. — continuo hablando solo.

Sus ojos estaban clavados en los de mi mejor amiga, se acercó un paso y ella lo veía soberbia, burlona. De ella salían insultos, gritos, llantos, todo sin que mi amiga moviera sus labios ni una sola vez.

— Con el poder de nuestro señor Jesucristo los expulso del cuerpo de esta joven inocente. Yo te expulso ¡Malum!

En ese momento mi amiga se retorció y sus huesos sonaron como si se hubieran quebrado. Tuve que silenciar un grito con mis manos.

— Con el poder de nuestro señor Jesucristo— comenzó a rociar a mi amiga en agua bendita lo que la hacía gritar de dolor— los expulso del cuerpo de esta joven inocente. Yo te expulso ¡Abalan!

Un rugido salió de la garganta de ella y en las paredes se marcaron garras que desgranaron el material como si este fuera mantequilla.

Mi amiga cayó al suelo exhausta pero Doménico no parecía listo para dejarla.

— Con el poder de nuestro señor Jesucristo los expulso del cuerpo de esta joven inocente. Yo te expulso ¡Eligas!

Una risa burlona resonó en el cuarto, las puertas se azotaron y mi amiga se puso a cuatro patas, parecía un animal atrapado por cazadores. Se arrincono y comenzó a rugir como un animal listo a atacar.

— Con el poder de nuestro señor Jesucristo los expulso del cuerpo de esta joven inocente. Yo te expulso ¡Eligas!

B se dejó caer al suelo.

— No puedo más...— alcanzamos a oir su débil vos. Pablo intento acercarse pero Isi lo detuvo.

— Esa no es Belén...— le dijo con voz firme. Pablo asintió y se quedó junto a ella.

— Mora...— mi amiga levanto su rostro magullado, con los ojos llenos de lágrimas— diles que paren.

Quise acercarme pero Fausto me detuvo con la mano. Me libere y cuando di dos pasos más hacia ella. Volvió a convertirse en un animal furioso, gruñía e intento alcanzarme con su brazo. Fausto me empujo atrás.

— No es Belén— insistió Doménico— intenta engañarlos, por eso no tolera tu medalla— agrego — Sancte Michael Archangele, defende nos in praelio. Contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur. Tuque princeps militiae caelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo divina virtute in infernum detrude. Con el poder de nuestro señor Jesucristo los expulso del cuerpo de esta joven inocente. Yo te expulso ¡Gamaliel!

— ¿Qué diablos pasa aquí?— Raúl habia desenfundado su arma y estaba de pie en el cuarto.

Isi se acercó a él y le dijo algo en voz baja. Los ojos de Raúl estaban por salir de sus orbitas ante la horrenda imagen que tenía ante sí.

— Con el poder de nuestro señor Jesucristo los expulso del cuerpo de esta joven inocente. Yo te expulso ¡Beliar!

Belén se puso de pie y podíamos oir como si algo en su interior se estuviera quebrando. Comenzó a mover su cabeza de un lado a otro, su rubio cabello le cubría el rostro y de pronto sus pies dejaron el suelo. Ante nosotros estaba mi mejor amiga crucificada en el aire.

Sentia muchas gans de vomitar, era como si su cuerpo estuviera pudriéndose, de pronto la habitación se lleno de moscas y los vidrios de las ventanas comenzaron a temblar.

— Sancte Michael Archangele, defende nos in praelio. Contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur. Tuque princeps militiae caelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo divina virtute in infernum detrude.

Mi amiga comenzó a reir, a gritar y volvia a reir.

— Con el poder de nuestro señor Jesucristo los expulso del cuerpo de esta joven inocente. Yo te expulso ¡Belfegar!

En ese momento los cristales estallaron y mi miga cayo como una bolsa de papas al suelo. Grito del dolor al caer sobre los cristales.

Pablo y Fausto corrieron a socorrerla y en ese momento Doménico se acercó, saco una botella con aceite de su bolsillo y comenzó hacer cruces en la frente de mi amiga, mientras oraba algo en voz muy baja. Finalmente beso su cabeza y mi amiga lloro como una niña pequeña. 

****

Mar-Tinez

Los BendecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora