Preparaciones

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La siguiente mañana sería el último día entero de los extranjeros ya que el próximo día, tan pronto como amaneciera, regresarían a sus hogares.

—¿Cómo estás pasando tu estadía en Konoha? —le preguntó Nyoko a Kankuro.

—Bien, si dejamos a un lado el golpe que me diste.

—Ya te dije que lo siento. Y te preparé un budín.

—Y muy delicioso, por cierto. Quizás deba hacerte enojar seguido.

—Puedes pedírmelo sin hacerme enojar, quién sabe qué es lo próximo que podría descolocarte.

—Quiero ver que lo intentes, niña.

—Nah, paso. Mejor apresúrate o llegarás tarde a la reunión.

Recorrieron una vez más la aldea juntos. Nyoko vio pasar a Neji: aquel momento transcurrió en cámara lenta. Ella le había sonreído a modo de saludo y él le había guiñado un ojo para luego alejarse más y más. Sin embargo, también se había quedado hechizada al olfatear, por un segundo, el aroma a menta que desprendía el Hyuga. Al percatarse de sus ridículos pensamientos sintió el calor acumularse en las mejillas.

—¿Me perdí de algo?

—¿Qué, de qué?

—Rapunzel pasó y te pusiste más tonta que de costumbre.

—Eh... tú vas a ser el tonto si llegas tarde. Ojalá Temari y Gaara te castiguen —desvió el tema infantilmente.

—¡Ya verás que no! —aceleró el paso y por consecuencia, tuvo que hacer lo mismo. Lo dejó en la puerta del lugar acordado y luego se marchó al bosque para que su espera fuera más amena.

Tenía dos horas para entrenar así que continuó practicando su mangekyo sharingan. Itachi le había implantado uno a ella y el otro a Sasuke. Estaba terminando de perfeccionar los conceptos básicos, luego le pediría ayuda a Kakashi para aprender a usarlo en combate.

Nyoko se esforzó en concentrarse: cuando se ponía un objetivo podía ser muy determinada. Los minutos pasaron y se percató de que los colores del cielo cambiaban; faltaba poco para que tuviera que ir a buscar a Kankuro, pero también para que fuera el horario en el que se encontraba a diario con Neji. Se acomodó el pelo y alisó sus ropas para luego ir a la plaza a avisarle que no le iba a dar tiempo para quedarse con él por más que quisiera.

—¡Neji! Llegas temprano —soltó tan pronto se detuvo cerca de él.

—¿Cuándo llegué tarde? —preguntó con burla para luego robarle un beso.

—Ah, jaja, me vas a odiar pero me tengo que ir —le explicó nerviosa por el gesto al que no estaba acostumbrada.

—¿Por qué? ¿Pasó algo?

—Tengo que ir a buscar a Kankuro, no te preocupes, mañana se va así que tendré más tiempo para ti —afirmó y luego de un rápido titubeo le besó la mejilla — bueno, adiós —salió disparada. Ciertamente estaba llena de nervios por la falta de costumbre a las muestras de afecto, a estas facetas de Neji y a que ya no fueran simplemente amigos.

A Neji le causaba gracia que no se atreviera a besarlo en los labios y entrara en pánico por hacerlo en la mejilla. El día en que se animara a besarlo por voluntad propia guardaría aquel momento en su memoria por siempre. Sin duda, podía decir que no se arrepiente de haberse confesado. No lo había planeado, pero sintió que debía soltarlo y ahora no puede evitar sentirse orgulloso de sí mismo.

No le encontraba sentido a poner a alguien "encima" de los demás, de confiarle todo, ni pasar su vida al lado de alguien, pero ahora comprendía esos deseos más que nadie. Disfrutaba de la cercanía y complicidad que tenían. Tenía ganas de ser mejor para ser merecedor de tal sensación, de ser mejor para ella, pero sobre todo para rápidamente cumplir con sus sueños y enorgullecer a su difunto padre.

Unexpected; Neji HyugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora