Capítulo veinticuatro

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"Cuchillos"

—Carajo, hay que correr —indicó Ash mientras recogía su móvil.

Lo miré.

—¿Correr? ¿Estás queriendo decir que...?

—Vamos a tener una charla y un poco de té con los oficiales, quizás así nos dejen libres —respondió irónico mientras empezaba a repasar la escena del crimen frente a sus ojos—. Si quieres ir a la cárcel, está bien, pero yo no quiero ese futuro para mi, sería una muerte demasiado deprimente.

Tragué en seco.

Maldición, entonces a la persona que tenía que salvar esta noche era... Ash.

D sabía que aquel peliblanco iba a terminar en problemas y entonces me mandó aquí para saber que demonios íbamos a hacer. Aquel número desconocido no me veía lo suficientemente capaz para resolver algún problema por mi misma.

Ash agarró mi mano y me empezó a empujar hacia la salida de aquel lugar.

—Espera... ¿qué haces? —pregunté—. ¿Estás demente?

El peliblanco me soltó y entonces observé como su cuerpo tomaba la delantera para salir de aquel lugar. Mis ojos grises observaron por última vez los cuerpos que seguían estando inmóviles en el suelo y entonces caminé hacia la salida.

El mayor observaba a sus alrededores –a pesar de que no habían demasiadas opciones para ocultarse, mientras llevaba su mano derecha hacia sus labios y empezaba a morderse las uñas indicando que se encontraba nervioso y preocupado.

Terminé parando mis pasos en seco justo al lado de su cuerpo. Nuestros brazos casi rozaban y entonces bajé la mirada mientras pensaba en algunas opciones las cuáles podrían servir para salir de este lugar sin que los oficiales nos descubrieran.

Miré el pequeño y estrecho bosque.

Tal vez si...

Antes de que pudiese pensar en otra cosa... el sonido aún más fuerte de las patrullas inundaron mis oídos. Desvie mi mirada hacia el mayor para así agarrar de su mano con fuerza y empezar a correr.

Correr lejos de ellos.

—¿¡Estás loca o eres estúpida!? —gritó por lo bajo Ash—. ¡No podemos ir por el bosque! ¡Es más pequeño que el pene del rubio!

Seguí corriendo mientras lo llevaba a rastras detrás de mi. A pesar de que el mayor seguía quejándose tampoco hacía ningún esfuerzo en querer zafarse de mi agarre.

El sonido de las hojas hacían ruido bajo nuestros pies mientras trataba de mantener la mirada atentamente a cualquier árbol que pudiese atravesarse en nuestro camino, la luz de la luna no era lo suficiente para poder alumbrar el diminutivo bosque en donde nos encontrábamos.

Sostuve con mayor fuerza la muñeca del peliblanco por miedo a que éste pudiese soltarme y lo perdiera de vista. La verdad es que no quería tenerlo lejos en este momento.

Mientras nuestros pasos seguían corriendo y el sonido se hacía cada vez más fuertes gracias a las constantes hojas que habían en el lugar, giré mi cabeza para observar detrás de mi como aquel enorme orfanato abandonado empezaba a hacer habitado por varias luces en ella.

Al parecer los oficiales ya habían llegado al lugar.

Abrí mis ojos sorprendida cuando noté a lo lejos como algunas linternas empezaban a moverse en dirección hacia donde estábamos, eran dos personas que alumbraban desde el patio de aquel orfanato.

No Stranger © #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora