Capítulo doce

2.7K 324 577
                                    

━ 𝜋𝜎𝑠𝜏𝑟𝛼𝜋𝑔𝜀𝑟 ━
"Ellos me mataron"

—No puedo creer que estemos haciendo esto —habló Freya mientras acomodaba su corto cabello.

—Solo sígueme la corriente.

—Cada vez que "te sigo la corriente"—contestó haciendo comillas con sus dedos—, nos metemos en problemas.

—Esta vez no pasará nada —traté de convencerle a la menor mientras entrábamos al viejo y enorme edificio del pueblo.

—Solo espero que me terminen robando a Lucy —habló preocupada, refiriéndose a su preciada y amada motocicleta.

Terminé rodando los ojos.

—No le pasará nada —indiqué empujando la puerta—. Se sabe cuidar sola.

Freya me fulminó con la mirada ante la pequeña burla que hice y entonces ambos empezamos a caminar hacia la secretaría, quién se encontraba detrás de una pequeño cubículo y un pedazo de vidrio nos dividía a ambos. La anciana acomodaba sus lentes mientras leía un libro entre sus manos.

Apoyé mis antebrazos en el mostrador mientras la menor se cruzaba de brazos a mi lado, esperamos alrededor de cinco minutos para que aquella vieja notara nuestra presencia pero cuando supimos que aquello iba a hacer en vano, terminé carraspeando.

La mayor nos observó y yo sonreí.

—Buenos días —hablé tratando de ser amable—. Venimos a visitar a una persona.

—Los horarios de visita terminaron hace diez minutos.

Fingi estar sorprendido.

—¡No puede ser! —exclame, haciendo que mi amiga soltara una pequeña risa al lado mío—. No puede estar pasando esto...

—Vengan mañana —interrumpió.

Frunci el ceño.

—Es que usted no lo entiende —respondí—. Vengo a visitar a mi abuela, hace poco regresé al país y quería ver cómo se encontraba.

La anciana alzó una ceja mientras con su mirada indicaba la frase "¿acaso es una broma?" Bueno, fui algo idiota al decir eso...

Si está en un hospital psiquiátrico no debe estar bien.

—Por favor —suplique—. Sé que detrás de esa lindura que usted tiene, hay algo de misericordia para los humanos —hablé tratando de convencerla.

La mayor sonrió.

—Vengan mañana —volvió a repetir ya con el ceño fruncido.

—¡Vamos! No hay ni un alma en este lugar, ¿qué más da si ya pasaron diez minutos del horario? No veo a gente apurada aquí —expliqué mientras señalaba el vacío y solitario lugar.

La anciana llamada Betty me observó mientras pensaba en que hacer. Yo por dentro rogaba que nos dejara entrar a este asqueroso lugar, había tardado demasiado tiempo en convencer a Freya de acompañarme, o al menos de traerme en su motocicleta.

—Solo puedo permitirles diez minutos, nada más —contestó.

—¡Ah! Yo sabía que detrás de su hermosura había compasión —dije, fingiendo entusiasmo.

—Necesito el nombre de la paciente.

—Addarla Crowley.

—Addarla Crowley

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No Stranger © #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora