Capítulo siete

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━ 𝜋𝜎𝑠𝜏𝑟𝛼𝜋𝑔𝜀𝑟 ━
"Ocho"

Demonios.

Esto estaba siendo mucho más difícil de lo pensé.

Mientras pasaba mi mano por la pequeña capa de sudor que se había formado en mi frente, mis ojos observaban aquel delicado y hermoso desastre que había hecho hace unos minutos atrás.

Sin duda esto me llevaría más tiempo de lo que pensaba.

Enderece mi espalda y estiré un poco mis piernas, me estaban doliendo más que un demonio y ya no sentía mis brazos del dolor. Tenía que hacer ejercicio. Pero en este momento no tenía que andar pensando en aquellas estupideces.

Tenía que concentrarme en terminar el trabajo.

Agarré una vez más la pala que había robado de la casita de jardín de los vecinos y entonces desvíe mis ojos una vez más hacia mi objetivo, tenía que seguir cavando al rededor de un metro y medio más profundo. No me preocupaba por las personas, con las bajas temperaturas y las altas horas de la noche, nadie saldría a las calles y nadie me descubriría.

Además, estaba bastante lejos de la ciudad.

¡Era el plan perfecto!

Una vez que había agarrado nuevamente el objeto entre mis manos, empecé a repetir la misma acción una y otra vez, cavando más profundo mientras llevaba las grandes actividades de tierra hacia la superficie del agujero, llenando los costados de montañas de tierra.

Terminé parpadeando un par de veces ya que algunos pedazos de aquella mierda se metían dentro de mis ojos, sin duda estaba empezando a perder la paciencia. Tenía que terminar de inmediato esto, además, el poco espacio hacia que me sintiera totalmente incómodo dentro de aquí.

Seguí tarareando la misma canción mientras seguía cavando más y más adentro, mientras más profundo fuera, menos me descubrirán. Además, estos idiotas terminarían perdiendo su tiempo y cerrarían el caso.

Y cuando descubran el cuerpo, éste ya se encontrará en estado de putrefacción.

—¡Perfecto! —exclame con total entusiasmo y orgullo—. Es momento de acabar con esta mierda.

Agarré la pala de la punta y entonces con mi mano libre empecé a sujetarme de la escalera que se encontraba a un costado, subí mis pies con cada pequeño y fino escalón hasta que mis zapatillas terminaron tocando la superficie.

Que hermoso era salir de aquel lugar cerrado y sentir la pequeña brisa chocar con mi cuerpo.

Miré a mis alrededores totalmente despreocupado, y cuando noté que no había ni un alma cerca... seguí con el plan. Mis ojos por un momento se desviaron en aquel pozo y supe de inmediato que aquello era más de tres metros de profundidad.

Seguro eran unos... ¿cinco? ¿seis? La verdad es que no tenía idea. Sin embargo no me importaba en aquel momento.

Diez minutos después terminé enterrando el cuerpo tomando todas las medidas necesarias para que mis huellas dactilares no se detectaran y lo coloqué de forma vertical.

Aunque de ninguna forma podrían saber de quién se trataba, había quemado la mayor parte de cuerpo y quitado sus dientes. Pobrecita.

No Stranger © #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora