-¡Porque te casarás con Marguerite!
Oliver se quedó callado un momento y luego replicó.
-Escucha Eleanor, sé que todo esto suena confuso, pero mi corazón se encuentra dividido entre tú y Marguerite, no puedo presindir de una sin que mi corazón muera de dolor por la otra
Eleanor se rió sin una pizca de gracia.
-¿Sabes algo, Oliver? Creo que el único confundido aquí eres tú. Yo entiendo perfectamente cuál es tu objetivo, tu objetivo es que yo no me case con nadie y sea una solterona, a ti no te importa mi felicidad ni la de las futuras mujeres de mi familia. Si no soy para ti prefieres que no sea para nadie. Y en cuanto a la pobre Marguerite, no te importa estarme diciendo estas palabras, que por cualquier dama serían consideradas una traición. Te aclararé algo para liberarte de tu confusión, tú no me amas a mí y tampoco amas a Marguerite; al único que amas es a ti mismo, porque si nos amarás a algunas de las dos, no necesitarías del amor de la otra. Me casaré con el marqués de Bristol en unas semanas, mi decisión es irrevocable. Y tú, Oliver, no estás invitado, espero que algún día recapacites en cuanto a tus acciones, porque la pobre Marguerite no se merece esta humillación. Conoces la salida -dijo Eleanor señalando la puerta.
Oliver la miró lleno de furia y salió del salón, azotando la puerta. Él no había hecho más que confesar sus sentimientos y Eleanor lo trataba de esta manera, si así iban a ser las cosas ¡Prefería no volver a verla!
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Dos semanas después...
Condado de Kent. Casa de campo de los Warrington
Eleanor y Hervey, se encontraban en la casa del conde de Warrington, Lord Abraham Booth que se hallaba desaparecido durante un día.
Su majestad le había encargado este caso especialmente a Lord Hervey, ministro; y a Lady Ashley, de su guardia; dado que el conde era gran amigo de su esposo, el príncipe Alberto.
Tanto Eleanor como Hervey se encontraban en el domicilio, al parecer los maleantes habían burlado la seguridad y habían secuestrado al conde en medio de la noche, presumiblemente en su despacho. Ellos tenían bien estudiada la rutina del conde, ya que, según les contó su esposa, él solía quedarse en el despacho y generalmente se quedaba dormido allí, después de revisar todo el papelerío, esto, hasta las once de la noche, que era cuando su esposa iba a despertarlo para que fuera a la cama.
Pero esa noche, cuando su mujer fue a buscarlo en el despacho, él ya no se encontraba.
Simplemente había desaparecido, como si la tierra se lo hubiese tragado.
Eleanor estaba en la búsqueda de pistas, cuando debajo del enorme escritorio de madera del conde observó una nueva nota de la rebelión de las flores:
-"Error y pecado. Número tres: Lambisconería: Al mayor adulador del querido esposo de la reina, le hemos dejado un girasol, porque tal como el girasol busca el sol sin descanso. Los nobles no hacen otra cosa más que besar los pies de los monarcas traidores del pueblo. Sin reyes se acaba la plaga de holgazanes lambiscones. Sin sol, no existe el asqueroso girasol.
¡Temed borregos del tirano! Porque recibiréis un cruento castigo al igual que sus protectores."
-Entonces, ahora es un girasol...
Hervey que estaba analizando unas manchas sospechosas en el suelo, se volteó hacia Eleanor, sin entender a qué se refería, entonces ella, le dio la nota y le entregó la flor.
Él tomó la nota y la flor, y después de una rápida ojeada a las mismas, las echó como si no valieran nada en una caja vacía que decía "evidencias".
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El marqués
RomanceLa familia de los Ashley-Cooper ha albergado un rasgo por generaciones, un rasgo que hace a las mujeres extremadamente fuertes, con una inteligencia táctica casi inigualable y con facilidad de memoria para los movimientos de combate. Lo llaman el ra...