Capítulo XV

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Cuando Eleanor leyó los párrafos finales de la carta y se dio cuenta de la precaria situación en la que se encontraba Antoine, las manos comenzaron a temblarle y los ojos a humedecérsele.

Sin embargo, se resistió, cerró los ojos con fuerza, y evitó una vez más que las lágrimas salieran.

No era momento de quedarse en casa llorando como una niña. Debía moverse lo más pronto posible.

Iría a rogarle a la reina que mandara refuerzos para Antoine y si la reina decidía no hacerle caso, iría ella misma a la India, a servirle de refuerzo, aunque estuviera desobedeciendo lo que él le había dicho. Pero no iría sola buscaría a algunos hombres leales de la tropa de Antoine y llevaría provisiones compradas con su dinero.

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Palacio de Buckingham

Eleanor respiró profundamente antes de entrar en la sala donde se encontraba la reina. Ella llevaba en su mano, la carta de su esposo. Y rogaba al cielo que la reina la escuchara.

Una vez entró a la sala y saludó a su majestad, le presentó el motivo por el cual ella se encontraba en su presencia:

-Su majestad, le pido sinceras disculpas por la repentina interrupción, pero es necesario que hable con usted de un asunto urgente

-Adelante, Lady Hervey -dijo la reina presintiendo lo que Eleanor venía a decirle.

-Vengo a rogarle su majestad, que por favor envíe refuerzos para mi esposo en la India, la situación está cada vez peor si no reciben refuerzos las bases caerán y con ellas todos los hombres que se encuentran en las mismas

-Lo siento, Lady Hervey pero si ese es el asunto del que viene hablarme, es mejor que no continúe por ese camino, su esposo ya debería estar en camino a Inglaterra

-Él no está en camino a Inglaterra, su majestad, me ha dicho que si se retira las bases caerán irremediablemente en menor tiempo. Él está dispuesto a morir con sus hombres, su majestad se lo ruego. Sé que él ya le ha explicado la gravedad de la situación, y todo lo que verdaderamente sucedió en la India, y le pido majestad, que le crea, no se lo digo como su esposa, se lo digo como su compañera de trabajo. El marqués de Bristol es un hombre ejemplar en su trabajo, él nunca toma una decisión sin antes pensarla con cabeza fría, él sería incapaz de cometer una cobardía semejante como acabar con mujeres y niños. Se lo pido, su majestad, por favor, envíele refuerzos, estoy segura que apenas esté de regreso en Inglaterra, él aclarará la situación

-Lo siento, Lady Hervey -dijo la reina mirándola con pena- pero la rebelión de las flores ha estado metiendo ideas en la cabeza del pueblo. Muchos de ellos están en contra de la monarquía, en la cámara de los regulares se escuchan muchos rumores sobre una posible caída de la corona inglesa. Y lo que fue publicado en ese periódico fue leído por casi todo Londres. No puedo tomar una decisión como esa sin perjudicar irremediablemente a toda la corona

Entonces Eleanor, desesperada, se arrodilló frente a la reina.

-Su majestad, se lo ruego, en verdad, usted sabe que mi esposo es un hombre bueno y recto, y no quiero perderlo por lo que escribió ese hombre ruin. Antoi... Quiero decir... Lord Hervey es bastante terco, él no regresara, estoy segura de que se quedará allá y sin refuerzos... Por favor su majestad, le doy mi palabra de que el nombre de la corona no se verá manchado por este asunto, podemos enviar las tropas en la madrugada, para que nadie las vea zarpar

La reina en ese momento suspiró, tratando de pensar una solución adecuada.

-No podemos enviar a las tropas en la madrugada, sin importar qué tan tarde sea, en todo Londres hay numerosos oídos y muchas más malas lenguas. Escuche, Lady Hervey, haremos esto, es la única manera de que yo envíe tropas a su esposo. Debe demostrar que lo que escribió el periódico es falso

El marquésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora