Una vez que el coche comenzó a moverse, Eleanor le dijo al matón, retándolo:
-¿Por qué no acabas con esto de una vez? Quizá sea porque sabes el grave error que estás cometiendo. Sabes que soy parte de la guardia de la reina. Si algo me sucede la pagarás caro
-¿Guardia de la reina? -dijo el hombre con una amarillenta sonrisa, a la cual le faltaban tres dientes- solo eres una pobre niña tonta. Tú no nos sirves por eso, eres útil porque eres la prometida del marqués de Bristol, el ministro de defensa de la sucia corona. Cuando la reina vea que el marqués no puede proteger ni si quiera a su tonta prometida, la reina lo sacará del cargo, vamos a desestabilizar la corona de a poco, así se ganan las guerras, niñita
Eleanor sonrió.
-No debiste haber abierto la boca demás
-No te preocupes, sucia noble, te llevarás mi secreto a la tumba, muy pronto llegaremos a tu última parada
Para ese momento, Eleanor estaba agradecida de no haber desarmado al hombre antes, la información que le dio era bastante útil. Además, no iba a ser difícil desarmarlo ahora, la subestimaba tanto que en un momento de distracción, bajo ambos brazos haciendo que el cañón de ambas armas apuntara al suelo.
Pero ya era hora.
En un rápido movimiento, Eleanor le pegó un taconazo a cada mano del hombre haciendo que soltara las armas. El hombre no salía de su asombro cuando recibió un puñetazo en la oreja que lo dejó desorientado. Finalmente Eleanor, le dio otro golpe en la cabeza con una de sus armas secretas: su cartera. Ésta estaba cubierta de aluminio por dentro, permitiendo dar un golpe seco a cualquier adversario. Era un tanto pesada, pero era elegante y útil. El hombre quedó desplomado en el asiento del carruaje. Y entonces, Eleanor le ató las manos con el ribete que había tomado de su sombrero.
Y así, más temprano que tarde, Eleanor ordenó al cochero que se dirigiera a la comisaría más cercana, para entregar al hombre y de paso que interrogaran al cochero.
Mañana, Eleanor se encargaría de revisar si el hombre hizo alguna declaración. Hoy tenía que ir a probarse los zapatos para el día de la fiesta de compromiso.
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Shaftesbury House
Apenas puso un pie en la casa, pudo observar como su hermano se dirigía a toda velocidad en su dirección. Y, para sorpresa de Eleanor, tras él se encontraba Lord Hervey.
-Cielo santo, Eleanor, ¿Te encuentras bien? -preguntó su hermano.
-Sí Ben, no hay de que preocuparse solo era un malandro que tenía la misma inteligencia de un mandril
-Yo no diría que no hay de que preocuparse, milady. Usted fue la primera en salvarse de esos homicidas
-¿Y?
-Pues que ahora saben de lo que usted es capaz, y si vuelven a intentar algo en su contra; ya no enviarán a un hombre de poca fuerza e inteligencia a por usted
-Bueno, sabré arreglármelas
-Lo siento, milady, pero no pienso dejar este asunto a la suerte, hoy mismo, usted vendrá a vivir a mi residencia
-¡No! -dijeron Ben y Eleanor al unísono.
-Es por su bien -dijo Hervey, respondiendo a los dos hermanos.
-Mi hermana solo saldrá de esta casa estando casada, Lord Hervey. Además, Eleanor es perfectamente capaz de cuidarse sola, es una de las mejores soldados de su majestad
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El marqués
RomansLa familia de los Ashley-Cooper ha albergado un rasgo por generaciones, un rasgo que hace a las mujeres extremadamente fuertes, con una inteligencia táctica casi inigualable y con facilidad de memoria para los movimientos de combate. Lo llaman el ra...