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Después de dos días desde que sucedió ese pequeño accidente, Hajime no le había devuelto su pañuelo.

Ese día que había regresado a casa, de inmediato le preguntó a su madre si lo podría lavar, ya que no era suyo y porque estaba todo manchado de sangre.

Sin embargo, no se atrevía a acercarse a (T/n) por la vergüenza y menos cuando ya no se habían vuelto a dirigir la palabra en ese entonces.

Bueno, mejor dicho, ella dirigirle la palabra.

— ¿Otra vez, Oikawa? ¿Puedes darte prisa? .— cuestionó molesto al ver que el nombrado aún se estaba poniendo la camiseta de Volleyball.

— ¡Ya voy, Iwa-chan! 

En pocos minutos ya estuvo listo y ambos chicos corrieron para ir al pabellón y abrir la puerta.

Ese día les tocaba hacer entrenamientos con sus propios compañeros de equipo, así que no harían ningún partido junto con las chicas. Pero eso no le impidió el pelimarrón a fijarse como la capitana daba esos remates tan bestiales y admirables.

¿Qué las chicas eran el sexo débil?

Ni de coña.

Eso es porque no vieron nunca como esa chica daba golpes violentos contra la pelota.

Verla hasta daban escalofríos.

Y evidentemente pudo comprobarlo por sí mismo.

— ¡Iwa-chan! .— el nombrado reaccionó alterado ante ese grito y se percató que una pelota iba directamente hacia él, por suerte pudo poner el antebrazo para protegerse — . Iwa-chan, ¿estás bien? .— preguntó su amigo acercándose — . Últimamente estás muy despistado, casi te comes la pelota.

El ojiverde solo chasqueó la lengua e ignoró totalmente su amigo, al cual hizo un puchero como protesta.

Las siguientes horas pasaron hasta que llegó el momento de recoger el pabellón e irse.

En los vestidores, Iwaizumi estaba guardando sus zapatos deportivos y su ropa sudada dentro del bolso con rapidez y sacó de uno de los bolsillos pequeños ese pañuelo de tela que su superior le había prestado días anteriores.

Se lo quedó observando unos minutos para después custodiarlo en la buchaca de su pantalón.

— Oikawa, te espero a fuera .— el castaño no pudo ni abrir la boca para contestarle ya que el otro había abandonado el vestuario.

El muchacho se encaminó hacia los probadores de las chicas y se quedó apoyado en la pared, esperando a ella pacientemente.

En poco tiempo escuchó las risas y los hablas de las jugadoras acercarse para después abrir la puerta y salir.

Sus latidos se detuvieron al ver a (T/n) que atravesaba el portón, la cual mostraba esa sonrisa de siempre mientras algunas gotas caían de su pelo por haberse duchado minutos antes.

Ahora mismo Iwaizumi se sentía como un cerdo por no haberse bañado.

Las mayores se callaron de golpe al presenciar la aparición del menor, haciendo que el pobre empezara a sentir unos nervios terribles al ser observado por todas.

Pero era ahora o nunca.

— (T/a)-senpai .— la llamó firmemente, teniendo sus ojos fijos en el suelo — . G-gracias por prestarme el pañuelo .-  en seguida extendió esa pieza de tela delante de ella, quien estaba procesando lo que estaba pasando.

— Ah... El pañuelo .— lo tomó —. Ni ya recordaba que no lo tenía .— el ojiverde levantó lentamente la cabeza, encontrándose con una de las sonrisas de la mayor -. Gracias por devolvérmelo .— dicho eso, empezó a irse no sin antes despedirse de él — . Nos vemos mañana.

Hajime solo se quedó ahí plantado mientras veía la espalda de (T/n) alejarse con sus amigas.

— Wow, Iwa-chan. ¿De nuevo sonrojado?

— ¡Urusai, tonto Oikawa!

¡Itte!

— ¡Itte!

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Senpai || Iwaizumi HajimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora