A las doce del dia un amable anciano se detuvo en el antiguo onsen de la familia Katsuki, se trataba de Isobe Nakamura el hermano mayor de Hiroko. Yuuri subió rápidamente al gracioso y pequeño vehículo de color gris que unos minutos después se detuvo a las afueras de un moderno edificio de departamentos de donde salió un chico vestido con unos jeans deslavados y una holgada playera blanca. Se dirigieron a las afueras de la ciudad donde sobre una alta colina se encontraba el templo Koyaji, al bajar del vehículo ayudaron a Isobe con sus herramientas y comenzaron a subir los numerosos y antiguos escalones bordeados de bambúes. Varios metros arriba se toparon con un bello tori pintado de un rojo intenso y al fondo un templo no muy grande pero bastante conservado y limpio. Pero lo que más fascinó a Víctor fueron los numerosos cerezos que tal como Yuuri lo dijo se encontraban en plena floración y no sólo eso, también había multitud de rododendros (una variedad de azalea) en sus mas variados colores haciendo de todo aquel lugar un caleidoscopio de tonalidades que iban del rosa pálido a los rojos intensos.-¿Con qué comenzaremos?.- preguntó Yuuri a su tío.
-Ustedes pueden quitar las flores y las hojas secas de esos arbustos mientras yo podo estos bambúes.-
Yuuri y Víctor realizaron cuidadosamente su tarea, salvo por momentos en que se distraían haciéndose pequeñas bromas como lanzarse hojas o esconderse las tijeras de jardinería, lo que causaba graciosos forcejeos entre ambos. A fin de cuentas, una parte de ellos aún seguía aferrandose a la infancia.
-Chicos, acompañenme al jardín trasero.- dijo el tío Isobe mientras se bajaba de la escalera.
Ambos chicos siguieron al anciano hasta la parte trasera del templo donde la sinfonía de colores continuaba con la misma intensidad excepto por un gran cerezo que se encontraba al fondo de aquel bucólico jardín, ya que este con sus flores de un rojo brillante contrastaba con la palidez de los demás cerezos, además a sus pies había una banca de piedra bastante antigua pero que invitaba al descanso y no sólo eso, también parecía el lugar ideal para una cita ya que estaba en un lugar semioculto por los frondosos arbustos de rododendro que formaban un colorido biombo y las ramas del añoso árbol un rojo techo, teniendo como fondo el armonioso sonido del agua cayendo de una fuente cuyo cristalino liquido bajaba de la montaña.
-¡Vaya! Es como estar en un sueño.- dijo el ruso con embelesamiento.
-¡Es hermoso!.- añadió el japonés.
-Me alegra encontrar a jovencitos que se interesen en estos lugares, a mis nietos los he invitado a venir y siempre ponen como pretexto que no tienen tiempo, pero para quedarse en casa a jugar videojuegos si lo tienen. Y es lógico, a este templo ya casi nadie lo visita, a las nuevas generaciones no les interesa nada de esto.- se quejó el anciano.
-Pues a mi siempre me ha gustado tener contacto con la naturaleza, cuando era niño y vivía en Rusia mis padres frecuentemente visitaban un parque nacional que se encuentra a tres horas de Moscú.-
-¿Asi qué eres de esa ciudad?.- preguntó Isobe.
-Mi padre si lo es, yo nací en San Petersburgo porqué mi mamá es de ahí.-
-Ya veo, y dime. ¿Eres hijo único?.-
-No, tuve una hermana menor que murió poco después de cumplir un año.- Yuuri volteó sorprendido hacia el ruso pues eso era algo que ni siquiera se lo imaginaba.
-¡¿Tan pequeña?! Es una lástima.-
-Ella partió el 20 de diciembre, cinco dias antes de mi sexto cumpleaños.- Víctor bajó la vista con un marcado gesto de dolor.
En anciano calló al ver que el ruso parecía afectado por las preguntas por lo que siguió barriendo las hojas secas ayudado por los adolescentes, media hora después podían decir que su trabajo había terminado.
ESTÁS LEYENDO
Las flores del cerezo rojo
Fanfictionmuchas veces se dice que los amores infantiles o adolescentes no tienen ningún futuro, y que estos son solamente fruto de la inexperiencia de sus protagonistas y menos aun se toman en cuenta cuando ambos son un par de pequeños niños. Sin embargo ya...