❝ En donde la vida de Adriana da un giro inesperado cuando escapa de la Habitación Roja y conoce a Katy, una chica de raíces asiáticas, y a su ardiente mejor amigo. ❞
SHANG CHI X OC
SHANG CHI FANFIC
Inpirado en la película Shang Chi
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𝐜𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐮𝐧𝐨
( 𝐄𝐥 𝐜𝐥𝐮𝐛 𝐝𝐞 𝐤𝐚𝐫𝐚𝐨𝐤𝐞. )
SAN FRANCISCO, 2018
ADRIANA COLOCÓ ambas manos en su abrigo mientras entraba desapercibida a un club de karaoke que había en San Francisco. Sabía que el utilizar una gorra y lentes de sol no era el mejor disfraz pero era lo que tenía a mano en un momento de necesidad como este.
Una campanilla sonó cuando abrió la puerta y arrugó su nariz al sentir un olor a hookah en el lugar. El club no era el mejor, admitió ella, pero era una buena base para traficar drogas, cosa que ella y la rubia estaban a punto de detener.
Aunque Adriana tenía planes de alejarse lo más pronto posible de todo lo que fue la Habitación Roja, no quería dejar todos los negocios Dreykov funcionando aun después de su muerte.
Así que, se había aventurado en los últimos tres meses a ayudar a Yelena a rescatar algunas viudas y a desmantelar varios negocios de tráfico de armas, drogas y personas que pertenecían a la Habitación.
Adriana tocó el timbre del mostrador tratando de ver si había alguien trabajando en el lugar pues tan solo se oía la música que salía de un cuarto de karaoke y el bullicio de las calles nocturnas de San Francisco. Ella alzó la ceja interesada al escuchar una canción de Disney proveniente de uno de los salones y se preguntó quién podría estar en un lugar de mala muerte como este.
─Espero que estés en posición.─dijo un fuerte acento ruso tras el comunicador.
Adriana bufó y observó por el pasillo del lugar. Había una puerta al fondo de donde salía una luz blanca y pensó que por ahí debía de ir para dar con Romano, el dueño del lugar.
─No hay nadie en recepción.─comentó ella.─Iré a investigar.─dijo en lo que se quitaba el abrigo dejando relucir su traje negro de Viuda Negra.
─Ten cuidado.─dijo Yelena.─No sabemos con qué idiotas nos estamos metiendo.
Adriana rió levemente.─Bueno, es dueño de un club de karaoke.─dijo mientras tiraba los lentes de dos dólares al zafacón.─O es muy astuto o muy idiota.
La caribeña sacó un arma apuntando al frente y comenzó a caminar por el lugar en busca de alguien.
Yelena soltó una risita por el transmisor. ─Estaba pensando, luego de esto podemos ir a comer tacos. Eso comen los latinos, ¿no?
─Espera, ¿qué? ─dijo Adriana mientras abría una puerta sin nada tras ella.─No porque sea latina significa que coma tacos.
