𝗙𝗜𝗩𝗘 ― 𝗧𝗛𝗘 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗬 𝗙𝗨𝗟𝗟 𝗢𝗙 𝗗𝗥𝗨𝗚𝗦

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el papel que me hiciste desempeñar, el de la tonta no, no me gusta. )

𝐜𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

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𝐜𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

𝐥𝐚 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐥𝐥𝐞𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐝𝐫𝐨𝐠𝐚𝐬. pt1 )

ADRIANA SE LLEVÓ su mano izquierda a, su ahora mejilla derecha caliente, tras la cachetada que le había proporcionado Madame Annika.

─Será mejor que dejes de ser una basura, Adriana.─comentó ella mientras la latina se limpiaba las lágrimas que caían por sus ojos.─No me hagas arrepentirme de tenerte como alumna.

La morena colocó ambas manos en el suelo unos segundos. Podía sentir su tutú negro tocar sus pantorrillas y como el peso de su vida entera recargaba sobre su espalda.

La respiración de Madame Annika sobre ella le molestaba, pero también le producía temor y no había nada que pudiera hacer al respecto. Ella era fuerte y ágil, todo lo contrario a Adriana.

─Eres una inutil.─Adriana rodó los ojos mirando al suelo. Observo los tacones de Annika cerca de su cara y sintió lo peor.─De pie. Vamos.

Adriana se puso de pie inmediatamente y se colocó junto a Vladimir, su pareja de baile en aquella ocasión. Sintió la mirada de sus compañeras sobre ella mientras se levantaba y sus ojos cansados solo podían mirar al suelo. Las ojeras bajo sus ojos se hacian pesadas a medida que pasaba el tiempo y no podía esperar a irse a dormir, esperando no despertar pronto.

Ella odiaba el Ballet, y mucho más odiaba ser la protagonista de la obra.

Todos sabian que Inna queria ser el Cisne Negro y Adriana ni siquiera habia participado en las audiciones de la Habitación Roja para ser la protagonista. Pero acá estaba ella, dos semanas después, intentando hacer un Pas de deux como si su vida dependiera de ello porque, en estos momentos, lo hace, y siendo la más odiada de la Academia.

─Creí hacerte dicho que pintaras tu zapatillas de negro.─dijo Madame Annika mientras golpeaba con su vara de metal los pies de Adriana.

Adriana miró al frente y respiró fuertemente tratando de ser fuerte.─No había pintura negra en el depósito, señora.

─No es una excusa.─se limitó a decir antes de hacer sonar la música.

Adriana sintió la mano de Vladimir en su cintura justo cuando la melodía comenzó a sonar en el salón de baile.

Aunque la latina odiase el ballet, era buena en ello. Cuando bailaba apreciaba un ángel con los movimientos que hacía; tanta delicadeza y sencillez en un solo cuerpo era digno de admirar.

Pareciera ser bailarina de toda una vida. Sus pies, los cuales se movían al compás de la melodía, flotaban y sus brazos siempre se alzaban a la espera de algo más.

CLEMENTINE  ↻ SHANG-CHIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora