18. ¿Quieres un vestido? ¿No? Toma

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Sin poder evitarlo, me lo quedé mirando.

¿Qué querías que hiciera?

Tenía enfrente mío un rubio robusto, con un cuerpo bien trabajado y un rostro que no dejaba nada que desear, vistiéndose. Admirarlo era lo mínimo.

Balanceó ligeramente la camisa para ponérsela, y pude observar por primera vez su espalda. Sí que estaba trabajada, sí. Con un simple vistazo de esos músculos me dieron ganas de acariciarlo, pero ese deseo se volvió más complejo en cuanto se giró. Tenía los abdominales y pectorales marcados y unos brazos anchos que ahora se escondían debajo de la fina tela blanca, pero que aun así los marcaba más que la chaqueta que solía llevar.

Reiner pareció caer en mi presencia justo entonces, y mi momento de admiración se vio interrumpido.

Se sonrojó y, frunciendo el ceño, dio media vuelta, dejándome con su espalda ahora cubierta por la camisa como único panorama. Pude notar por el apresurado movimiento de sus manos que se estaba atando la camisa tan rápido como podía, pero antes de que pudiese terminar yo ya había salido de la cama y me había acercado a él.

– ¿Por qué tanta prisa? –pregunté con una sonrisa pícara, poniéndome delante de él.

Reiner posó su claros ojos en lo míos durante poco más de un instante. Apartó su mirada rápidamente, sonrojándose un poco más.

– ¿Qué haces aquí? –me preguntó él, evadiendo mi pregunta.

– ¿No lo has visto cuando te has despertado? –sonreí–. Hemos dormido juntos.

Pareció tensarse más de lo necesario al oír eso. Miró la cama y después a mí, repasándome de pies a cabeza, como si se estuviese asegurando de que aún llevaba puesta la ropa.

– ¿Por qué?

– ¿Por qué qué?

– ¿Por qué terminaste en mi cama y por qué no recuerdo cómo?

Sonreí ante su elección de palabras, que hacían tan fácil malpensar.

– Estabas borracho –Mucho como para haber hecho todo lo que hiciste ayer, quise añadir, pero al final me callé.

– Ah, ¿así que te metiste en mi cama sin mi consentimiento? –Su mirada fría se clavó más profundamente de lo que debería en mí, casi haciéndome encoger.

Me sentí tentada a explicarle mis verdaderos motivos, pero, de nuevo, me callé. No podía descubrirme de tal manera, como si nada. Así que le devolví la mirada sin sentimiento y respondí con tono cortante.

– Fuiste tú quien me incitó.

– ¿Y te pareció una buena idea? –volvió él, haciendo un movimiento brusco con el brazo para alisarse la manga, pero que prácticamente pareció una amenaza. Procuré no dejarle paso al miedo. Nunca había pensado en Reiner como alguien agresivo. Descolgó una chaqueta blanca del armario aún abierto y, clavando su mirada en mí, medio gritó:–. ¡Vamos a meternos en la cama de un borracho porque él nos lo ha dicho! Al fin y al cabo, ¿qué malo puede pasar?

Le puso especial emoción a este último comentario, y aunque mi primera sensación fue que intentaba intimidarme, me di cuenta de que no era así. ¿Podía ser que... tuviese miedo de lo que me podría haber hecho?

Con otro movimiento brusco, introdujo la primera manga del abrigo en su brazo diestro.

– ¡Oye, no me hiciste nada! –lo tranquilicé yo, aunque por el tono parecía que estuviese intentando culparle. Normal, estaba enfadada–. Y no puedes decirme que no te has dado cuenta en ningún momento de cómo me abrazabas.

La guerrera de la banda gris [Reiner Braun x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora