No tuve tiempo de visitar Liberio.
Una pena.
Como era la primera y en un principio única vez que pisaría esas tierras, me hacía ilusión visitar la capital de Marley, pero un grupo de soldados sin banda nos guiaron a todos los eldianos hacia el campo de concentración, sin darme la más mínima oportunidad de desviarme hacia el centro de la ciudad.
No me fue demasiado difícil distinguir el campo de concentración, a pesar de que fuera la primera vez que estaba en Liberio.
En cierto punto, me imaginé que a las afueras de la ciudad, encontrabas un muro de ladrillo de unos metros de altura.
<<No por favor, más muros no>>, supliqué en silencio, pero lo que sea que hay ahí arriba, si es que hay algo, hizo caso omiso a mis plegarias.
Al otro lado del muro, justo delante de la gran puerta que cumplía la función de entrada al campo de concentración, se encontraba un mar de eldianos.
Bueno, un mar tampoco, pero había un montón de gente con expresiones preocupadas. No tardé en darme cuenta de que todos los presentes estaban deseosos por ver el rostro de sus familiares, amigos o incluso conocidos entre las filas de eldianos que ahora entrabamos, rogando por no haberlos perdido en batalla.
Los reencuentros emotivos empezaron unos segundos después de que los primeros soldados entraran al campo de concentración.
La gente se abrazaba, se besaba, se dedicaba golpecitos en la espalda y, sobre todo las madres, revisaban que el hijo no estuviera muy malherido.
También pude ver con claridad la parte mala del asunto.
Mientras unos se reencontraban con sus seres queridos, otros consultaban a soldados que habían vuelto "ilesos" de la batalla dónde se encontraba su hijo, su hermano, su marido... Y, casi siempre, estas cortas conversaciones acababan en llanto. Una mirada triste y una simple negación de cabeza por parte de un soldado podía destruir por completo tu mundo en cuestión de segundos, lo digo por experiencia.
Observando el panorama, recordé a Evelyn.
Mi adorada hermanita pequeña. ¿Qué estaría haciendo en ese momento? Seguramente se encontraba en el orfanato, pues ahí es donde vivía.
Me arrepentía de no haberle podido proporcionar un mejor lugar en donde pasar el resto de sus días hasta que fuera mayor de edad y se pudiese ganar la vida, pero como mínimo ahí estaba a salvo y no le faltaba de nada. A de más, pasara lo que pasara, estaba segura de que Cassian estaría con ella y la cuidaría, como llevaba haciendo toda su vida.
Al pensar en Cassian, me acordé también de Adam. Ese joven que me acompañó desde que perdí a mis padres, alguien que había supuesto el mayor apoyo de mi vida.
De él sí que no tenía ni la más remota idea de lo que estaba haciendo. Tal vez había cumplido su sueño y había logrado abrir una herrería en la nueva capital, pero hacia mucho que no hablábamos.
– No te sientes. ¡Levántate!
Me giré hacia la fuente del grito, que resultó ser un hombre bastante redondo, arrugado, medio calvo y desaliñado en general.
Después de examinarlo fue cuando me di cuenta de que le estaba gritando a un miembro del grupo de enfermos y heridos. No tardé en recordar que Eren estaba escondido entre ese grupo de gente, y que mi misión era cumplir sus peticiones y asegurarme de que no le pasara nada, por lo que empecé a caminar, decidida y con el ceño fruncido, hacia ahí.
– ¿Son los heridos, Koslow? –Preguntó Falco, acercándose antes de que yo pudiese llegar, dirigiéndose hacia el hombre que antes les había gritado a los enfermos.
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La guerrera de la banda gris [Reiner Braun x Oc]
Fanfic¿Ir al otro lado del océano? De pequeña ni siquiera sabía que eso existía. Pero lo que no esperaba era encontrar ahí algo tan importante para mí como el amor. Y tampoco quería cagarla gracias a eso, tirando todos los esfuerzos de mis compañeros po...