El Hijo Menor De Adán || Casmund [Terminada]

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POV Narradora

Al fin habían tocado puesto y lo primero que hizo Caspian fue pedirle a sus hombres que devolvieran a los súbditos a sus respectivos puertos para luego encaminarse a su palacio y darse un baño decente para luego ir al salón principal y dejar una nota con indicaciones y se fue rumbo a las caballerizas listo para emprender viaje rumbo al reino de su amado.

Había pasado una semana y media desde que no lo veía y lo extrañaba mucho, por otra parte, Edmund se encontraba caminando por todo su reino, le gustaba conocer a sus súbditos y convivir con ellos como si fueran familia.

— Mi señor, le podría decir a la ave-gato que deje de verme como comida.

Le había pedido Ron a Edmund que solo apretó los labios para no reír y mirar a dónde Draco y volver la vista a Ron.

— No creo que te quiera comer, más bien yo digo que le gustas.

Eso último lo dijo más bajo pero sabía que Draco lo escuchaba.

— Con todo respeto majestad, yo nunca me involucraria con una comadreja, son demaciado pequeñas y algo pestilentes.

Ron lo miro con los ojos entrecerrados sin poder creer que le haya dicho que huele mal.

— Okay, mejor yo me voy a buscar a James, nos vemos luego.

Edmund no entendía como esos dos se trataban de la patada cuando era más que obvio que se gustaban aunque la especie no era en si la misma.

Camino rápido para evitar que lo metieran en su disputa y como había dicho comenzó a buscar al minotauro.

Mientras Edmund buscaba cumplir lo dicho a sus dos amigos, Caspian se encontraba cruzando el bosque que antes se creía encantado.

Iba todo bien hasta que escucho movimiento y se dispuso a detenerse, no contó con que al hacerlo un tronco que salió de la nada lo golpeara.

— ¡Rayos!

Exclamó levantándose y ya su caballo se había alejado a todo galope.

Busco con la mirada a quien haya Sido que le lanzó el tronco y pudo ver a un par de niños que parecían querer huir.

— No les haré daño, soy el Rey Caspian.

Se presentó intentando así que los menores no le tuvieran miedo.

— Disculpe señor, no fue nuestra intención, se nos soltó.

Dijo un niño rápidamente.

— ¿Para que lo estaban preparando?

Cuestionó confundido.

— Es que hace unos días los gigantes vinieron por nuestros padres y los...

La niña comenzó a llorar y Caspian comprendió lo que había pasado.

— ¿Tienen a alguien que los cuide?

Ellos negaron y Caspian con su buen corazón los acogió como suyos aunque sabía que los niños no podrían ser Telmarinos ya que ninguno de los humanos se atrevería a vivir en el bosque por muy pacíficos que fueran los narnianos.

— ¿A dónde vamos?

Pregunto la niña luego de unas horas caminando.

— Al reino del Gran Rey Edmond.

Dijo y los niños detectaron la emoción en su voz.

— Papá una vez me contó que el Gran Rey Edmond tenía más de mil años y aún así Lucia tan joven como un adolescente, también nos dijo que era como nosotros.

Caspian lo miro interrogante y el niño le sonrió.

— ¿Son mitad lobos?

Ellos asintieron y Caspian les sonrió, algo que no esperaban ya que por lo general los lobos eran conciderados peligrosos.

— A él le agradarán mucho.

Dijo y ambos niños sonrieron felices.

— Por cierto, ¿Cómo se llaman?

Ambos niños sacaron un medallón con sus nombres.

— Es un gusto Emma y Daniel.

Ambos niños se abrazaron a él y siguieron caminando, solo rogaban porque el caballo que huyó despavorido apareciera en su camino.

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Edmund ya había dado con James y se encontraban hablando sobre la posible escuela que se abriría ya que Edmund quería que todos y cada uno de sus súbditos tuviera la posibilidad de aprender y crear nuevas cosas, tal vez actualizar una que otra cosa.

— Habría alguien que contara sobre la historia, alguien que les enseñará por medio de mapas todo lo que hay en Narnia y tal vez algunos deportes, espada, arco, ajedrez o algo más cultural como música y teatro.

James anotaba todo lo que Edmund decía sin perder ningún punto.

— Hablaré con algunos amigos para ver quién se anima a dar las clases su majestad.

El adolescente asintió sonriente y se retiró rumbo al río, ya mero daban las 11 y aún no perdía la esperanza de ver a Caspian del otro lado del puente que era de una formación rocosa natural.

— ¿Por dónde vendrás?

Espero les guste.