75. Reglas

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Pov Calle

Luego de explicarle muchas más cosas sobre mis problemas a Poché en la azotea de mi edificio, me pidió hacer un compromiso con ella: decirle siempre la verdad y hablar de mi salud mental cuando sea que no me sienta bien.

La verdad es que no era que no quisiera decirle, es solo que era complicado para mí, y lidiar con esos problemas yo sola era algo a lo que estaba acostumbrada, pero se lo había prometido antes y aunque había sido muy difícil para mí lograr decirle todo, esta vez quería hacer las cosas bien. No quería preocuparla, no quería que pensara en esto, pero si había elegido hacer todo lo que estaba en mí para estar bien, pondría mi esfuerzo con tal de compartir mi mejor versión con mi novia.

El corazón se me había llenado al escuchar todas sus palabras de apoyo en las que me repetía una y otra vez que me amaba, y que eso no iba a cambiar. Me sentía feliz, realmente muy feliz.

— Besas tan delicioso, Daniela ¡Por Dios! No entiendo — me dijo en mi boca, y sonreí antes de seguir besándola.

— Si estás extasiada por unos besos ¿Te imaginas cómo te sentirás en mi cama? — le pregunté en un susurro, y se separó riendo en silencio.

— La imaginación no es suficiente— dijo coqueta moviendo su coleta.

— ¿Entonces? ¿Lo hacemos realidad? — le pregunté sujetando bien su cintura.

— ¿Nos regresamos al apartamento?

— No. Aquí no hay camas, pero hay una banca lo suficientemente grande en la otra sala. A mí me funciona — la molesté.

— Eres una idiota — me dijo riendo, y tomó mi mano para seguir caminando.

Poché me sujetaba la mano con tanta seguridad que sé que se sentía cómoda, feliz, y finalmente libre de tanto pensamiento prejuicioso que tenía en su cabeza hace unos meses.

Estábamos en el museo de Arte de Los Ángeles frente a una exhibición de fotografía moderna. Teníamos un largo rato recorriendo el lugar en el que mi novia era mi guía. Estaba fascinada por su conocimiento sobre las artes, y ella disfrutaba cada una de las pinturas, y exhibiciones nuevas del lugar.

— Mira, esas tarjetas de cabinete fueron el formato digital en todo Estados Unidos durante las últimas tres décadas del siglo diecinueve — me dijo señalando unas fotos.

— Pero esto es de fotografía moderna ¿Por qué están esas fotos aquí? — pregunté.

— Porque son modernas. Esas tarjetas iniciaron todo e hicieron a la fotografía moderna. Fueron una revolución. Este formato fue el anterior a las cámaras instantáneas — contestó viendo las fotos con adoración.

—Wow... Ese fue un salto muy grande ¿No? — pregunté confundida.

— Bastante. Antes, obtener un retrato fotográfico era un evento formal y poco común, el nuevo formato lo convirtió en algo común — dijo abriendo más los ojos por la sorpresa de las imágenes.

La observé por varios segundos, y sonreí al verla feliz por tantas cosas hoy. Besé su sien, y me volteó a ver con una sonrisa.

— No sé cómo nunca se me ocurrió traerte a un museo antes. Literal, nuestra historia empezó en una clase de arte — dije mientras pasábamos a ver otras fotos.

— Yo tengo la culpa de eso. No quería que nos vieran en público por una posible sospecha de que éramos algo más — dijo viendo una foto con el ceño fruncido — Te concentraste en crear planes en el apartamento, y la pasamos muy bien.

— Sí, pero pude haber hecho más... Aunque el único que planeé de arte salió mal — dije recordando la pintura por todos lados.

— Probablemente nos salvaste la vida a ambas de otros desastres cómo ese — dijo riendo, y me uní a ella.

Sin Querer - Fanfic CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora