27 ¬narrado

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Tzuyu suspiro antes levantarse de la cama para dirigirse a su armario y ponerse un abrigó, el frío de la ciudad era más intenso por las noches.

Tomo las llaves del auto y salió lo más rápido para encender la calefacción a la misma vez que frotaba mis manos

— Empiezo a aceptar que soy una gobernada —Murmuró para si misma.

Encendió el vehículo, poniéndolo en marcha en dirección al apartamento de la mayor, realmente no le importaba que fueran altas horas de la noche, solo quería verla y acurrucarse con ella.

Iba conduciendo por la calle central cuando miró a lo lejos una pequeña tienda de autoservicio que aún seguía abierta a pesar de la hora.

Sonrió de lado, imaginando la linda que se vería Sana emocionada por haber llegado con esas galletas que pidió.

Bajo del auto, entrando directo al pasillo de las golosinas, tomando distintos paquetes que contuvieran galletas, no sabia cuales llevar exactamente pero no tendría problemas en gastar de más por Sana, haría lo que fuera por ella.

También tomó un envase de su yogurt favorito, formándose en la fila, donde había un chico que llevaba algunas latas de cerveza, ya se notaba bastante ebrio.

— La fiesta esta buena, ¿Eh?

Dijo el chico de la caja.

— Nah... —contestó el tipo sacando el dinero de su bolsillo— mi... No...nofia... Mmm-e... Me dejó...

— Oh, una ruptura... —dejo escapar una risa amarga— pasé por lo mismo hace apenas unas semanas... Resulta que la chica ahora es lesbiana... Increíble

— ¿En... Se..rio? —comenzó a reír recibiendo un asentimiento por parte del contrario— que desperdicio de mujeres

— Trate de contactar con ella de nuevo para decirle que un hombre es mil veces mejor que una mujer, pero me bloqueo.

Su mirada se posó en ese desagradable chico, arqueo una ceja analizando su aspecto, alto, cabello rubio, piel pálida y ojos claros. Justo las características que Mina le había proporcionado. Presionó sus labios insegura.

El chico ebrio terminó de pagar y se quito del camino, el chico le ofreció una sonrisa una vez que empezó a atenderla cobrando las cosas.

— Estas eran las favoritas de mi ex. —mencionó.

— Oh, ¿en serio?

— Si —contestó con una pequeña risa— a veces la extraño.

Frunció el ceño y soltó un suspiro, y como si se tratara de un imán su mirada fue a caer en su gafete, leyendo el nombre grabado en la pequeña placa metálica 'Key', eso fue suficiente para endurecer sus puños y tensar la mandíbula.

— 2.14... —dijo.

Asintió, curveando los labios en una sonrisa fingida, rebusco en su bolsillo el dinero, luego se lo lanzo al mostrador y por último lo sujeto por el cuello para darle un golpe en la cara, justo en su ojo.

— Un hombre jamás sera mejor para una chica cuando ya le haz roto el corazón, imbécil... —dijo sin más, tomando sus cosas para retirarse del lugar escuchando las quejas del chico.

Ya en el auto sacudió su mano levemente adolorida, encendió el auto y está vez se dirigió al hogar de la japonesa.

Al llegar todo su enojo su esfumó cuando logró percibir la pequeña figura en la entrada, sonrió al ver a Sana con pijamas rosadas.


— ¿Trajiste las galletas? —cuestionó con una voz chillona.

— Claro que si mi pequeña.

— Genial, vamos —la tomo de la mano, guiandola por el silencioso pasillo hasta llegar a su habitación.

Sana la invitó a acostarse a su lado, dando suaves palmadas en el espacio vacío. Tzuyu solo rió por lo bajo, desprendiéndose de su abrigo y sus zapatos.

Ni siquiera había pasado un segundo cuando la mayor se adelantó a atacar sus labios.

— Gracias por cumplir mis caprichos —susurro.

— Haré todo por ti, pequeña, nunca lo dudes.

La japonesa sonrió y la abrazo por el cuello, para volver a besarla.

— Te quiero...






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Yo estoy bien, gracias por preguntar:)

desconocido. [satzu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora