43 ¬narrado

2.5K 264 64
                                    

Tzuyu estaba totalmente consciente de ser una persona bastante pesimista, siempre sobrepensaba las cosas, tomaba malas decisiones la mayoría de las veces  y se la pasaba arrepientiendose en cada momento de muchas otras.

Su mente se mantenía repitiendo todos sus errores y hacía el mayor esfuerzo en trabajarlos para no arruinar situaciones similares que ocurrieran en el futuro, pero justo ahora no podía pensar con claridad.

Desconfiar de personas que fueran ajenas a su círculo social era algo normal en ella, pero eso nunca sucedió con Sana. Aún sin conocerla físicamente abrió su corazón completamente para ella, dejándose llevar por las fluidas conversaciones que podían mantener por horas y horas, hasta que llegaba la noche, yendo a dormir con una sonrisa en el rostro y despertando con otra al leer el nombre de la japonesa entre sus notificaciones.

Empezaba a cuestionar si en verdad conocía a su novia, tal vez, después de todo la chica solo la utilizaba para olvidarse de su ex novio. Cosa que no funcionó y ahora estaba pagando las consecuencias por haberse metido en el medio de una relación rota que con cualquier oportunidad podía funcionar nuevamente.

Frunció las cejas y formó dos puños con sus manos, pues por otro lado estaba la explicación que la mayor le dio.

¿Hablar para llegar a un acuerdo? ¿Tan necesario era? Bueno, Sana por una parte lo hizo para que dejaran a sus amigas en paz, pero, ¿era cierto? ¿no ocurrió nada más en ese encuentro? ¿Y si Sana sintió lástima por él y lo perdono? ¿Y si solo se trataba de otra mentira?

— Joder —susurro rodando de nueva cuenta en la cama y cerró sus ojos con fuerza, un fuerte dolor de cabeza empezaba a abrumarla.

Ella nunca tuvo que enfrentarse a uno de sus ex amantes, nunca tuvo que volver a ver sus caras. Por algo habían terminado la relación.

¿Debería intentarlo y darle a probar una cucharada de su propio chocolate a Sana?

No, no caería tan bajo como para hacerla sentir mal.

Jamás se atrevería a eso.

Soltó un suspiro y se enderezó en la cama cuando escucho la voz de su madre detrás de la puerta, seguramente llamándola para que fuera a cenar.

— Tzuyu —le habló la mayor, acercándose a la cama y tomando asiento en el borde, acariciando las ebras de su cabello— ¿estabas durmiendo?

Presionó sus labios y miró a otra parte.

— Si, el viaje me agotó... Lo siento por no estar a tu lado, mamá.

— Oh, descuida —dijo con un tono suave— Sana es buena compañía,  se nota que tiene un corazón enorme, por favor cuida muy bien de ella...

— ¿Qué hay de mi?

— ¿Dudas que ella pueda cuidar de ti? —arqueo sus cejas, cuestionando de vuelta.

Trago saliva con dificultad y negó con la cabeza.

— Sana te ama demasiado —le sonrió— hemos hablado de ti en todo este tiempo y no creo haber visto que alguien se expresará de la misma forma en que ella se expresa de ti, definitivamente eres parte esencial de su universo...

Las mejillas de la joven se tiñeron de un color carmesí. Avergonzandose más cuando escucho la risa de su madre.

— Anda, vamos a cenar... Sana me ayudó y se esforzó en hacerla bien para ti.

— Esta bien...

Juntas llegaron hasta el comedor donde la japonesa las esperaba con la mirada baja, incapaz de ver a Tzuyu sin sentir que su corazón se encogia, la imagen de la menor llorando por su estupidez horas atrás seguía tan fresca en su memoria.

desconocido. [satzu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora