9. Yo no soy como tú

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—He quedado con una chica para hacer un trabajo esta tarde —comenté en cuanto vi a mi madre

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—He quedado con una chica para hacer un trabajo esta tarde —comenté en cuanto vi a mi madre. Me estiré una vez más mientras cruzaba la puerta de la cocina y traté de ignorar su mirada y sus ojos abiertos de par en par sobre mí.

—¿Qué?

Emití un sonoro suspiro y tomé asiento en la banqueta. Estaba cansada de sus reacciones exageradas. Yo no podía tener una vida normal. No podía salir con gente o tener amigos, y ya estaba cansada.

—Tengo que hacer un trabajo de clase con una chica y vamos a ir a una cafetería esta tarde —repetí implementando algunos detalles, aun así eso no le quitó la preocupación.

Mi madre respiró hondo, me sentí como si hubiese metido la pata, pero yo no había hecho nada mal, tan solo intentaba vivir mi vida con normalidad porque era lo que debía hacer, y si podía guardar en secreto las visitas de un asesino y actuar con normalidad, podría ir a hacer un maldito trabajo de clase. Si a mi madre le preocupaba el asesino que andaba suelto, eso no sería un problema.

—¿No podéis hacerlo aquí? —preguntó tomando la taza de café y sentándose frente a mí. Me había esforzado tanto en mentalizarme para actuar con normalidad, que no había pensado en ninguna excusa, así que tuve que improvisar.

—No, le pilla muy lejos de casa...

—Puedo ir a recogerla con el coche —me interrumpió. Apreté los labios y detuve la galleta de camino a mi boca.

—Mamá, quiero hacer el trabajo en la cafetería como cualquier chica de mi edad —dije forzando un tono neutro, a pesar de que estaba a punto de perder los papeles, podía sentir la bolita de ansiedad creciendo dentro de mi pecho, apretando y dificultándome respirar.

—Madelaine, ¿no lo entiendes? Es peligroso y tú... —calló sin terminar la frase, pero no necesité que lo hiciera para saber lo que iba a decir.

—Y yo estoy enferma —terminé por ella. Mi madre negó arrepentida, pero eso no me hizo sentir mejor. Sonreí con cinismo —. No voy a pasar el resto de mi vida aquí encerrada, escondiéndome. Quiero hacer una vida normal y tú no vas a impedírmelo.

Me levanté de golpe y me dirigí malhumorada hacia la puerta, pero la voz de mi madre me detuvo en seco.

—La medicación.

Suspiré frustrada y volví sobre mis pasos para tomar la pastilla y poder salir cuanto antes.

* * *

Al final acordé ir con Carmen a comer, ella lo había propuesto la tarde anterior porque su casa realmente le pillaba lejos. Yo al principio me negué, no era una buena idea, pero esa misma mañana me retracté y le dije que me parecía bien porque no tenía ganas de ver a mi madre.

La rubia se acercó a mi mesa dando saltitos, su alegría era estresante. Forcé una sonrisa y terminé de recoger mis cosas.

—La clase se me ha hecho eterna —suspiró. Volví a mirada hacia ella y asentí de acuerdo con lo que había dicho. No estaba por la labor de hablar mucho con aquella chica que apenas conocía, y aun así ella se mostró muy amable conmigo.

La Locura Que Provocas [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora