37. Paranoia

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MARATÓN HALLOWEEN 1/2

El día de Halloween llegó rápido

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El día de Halloween llegó rápido.

Llevaba una semana dura, estaba pasando por una mala racha y mi cabeza no me daba tregua alguna. Los días anteriores a Halloween siempre me ponía de los nervios y entraba en un estado de paranoia horrible, pero nunca había llegado a ese punto. Saber lo que sucedería ese día me tenía inquieta de más.

Llevaba noches sin dormir. Matthew y yo habíamos planeado cada detalle y conseguido un par de disfraces para pasar inadvertidos. Nada iba a salir mal, él me lo había asegurado.

Alcé la vista y miré el reloj que colgaba de la pared, las manecillas marcaban las cuatro y veinticinco de la tarde; lo que quería decir que eran y cuarto. El dichoso reloj siempre estaba diez minutos adelantado.

Mis padres no estaban en casa, habían salido a comer y me habían dejado un plato de macarrones en la nevera. Aunque no tenía hambre, los calenté en el microondas y me obligué a comer; mi cuerpo necesitaba energía.

Mientras masticaba los macarrones recalentados intenté distraerme con el móvil. No tenía mensajes de Matthew, así que deslicé el dedo por la pantalla en busca del chat de Evan; de él sí tenía algunos mensajes acumulados. Después de la advertencia de mi vecino decidí que evitar al rubio sería lo mejor por su bien. Aun así había leído algunos de sus mensajes sin entrar al chat. Todavía no había señales de su compañero y estaba preocupado.

Me supo mal ignorarle, pero volví a hacerlo.

Apagué el móvil y lo dejé sobre la mesa para centrarme en mi comida. El ruidoso silencio se hizo pesado. Podía escuchar mi corazón, el sonido de mis dientes chocando al masticar, mi respiración cada vez más fuerte...

Solté el tenedor y me quedé muy quieta. Había algo debajo de la mesa, estaba segura.

Contuve la respiración, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba por segundos. La angustia se disparó en mi interior. Quise creer que no era real, que mi maldita mente me la estaba jugando de nuevo; pero estaba segura de que había algo y, por más que quisiera hacer como si nada y pensar que si yo no lo veía, eso tampoco me vería a mí, necesitaba mirar debajo de la mesa. No podría tranquilizarme hasta haberlo hecho.

Me tomó algunos segundos reunir el valor necesario. Tuve que mentalizarme en huir si lo que había debajo corría hacia mí. La sola idea me aterrorizó. No sabía qué era, podía ser un monstruo de cuatro patas similar a un animal o a una persona.

Cuanto más lo pensaba, más miedo tenía.

Al final reuní coraje como siempre y miré.

Debajo de la mesa no había nada.

Me sentí estúpida e impotente. Estaba exhausta de batallar contra mi propia mente. Desde que había conocido a Matthew todo se había aligerado un poco, pensaba que estaba mejorando, que por fin estaba dejando de tener miedo a cosas que no existían y que estaba afrontando los pensamientos intrusivos. Pero volvían a estar ahí. Siempre lo habían estado.

La Locura Que Provocas [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora