42. El plan

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Al día siguiente de mi nefasta cena con Matthew encontraron cerca de la carretera el cuerpo de una chica víctima del asesino

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Al día siguiente de mi nefasta cena con Matthew encontraron cerca de la carretera el cuerpo de una chica víctima del asesino. Pero esta no solo presentaba el mismo patrón que las anteriores a las cuales habían apuñalado y les habían vaciado los ojos, sino que también le faltaba un pedazo del muslo.

Cuando vi la noticia en la tele quise vomitar de nuevo, y lo habría hecho de no ser porque estaba con mis padres.

Ya no quedaba ninguna duda de que había probado la carne humana. Para mi suerte, a Matthew no le gustó y no tuve que probar más que un bocado. Parte del cuerpo de aquella chica acabó en la basura.

Contuve la respiración mientras entrevistaban a la madre de la víctima que estaba rota en llanto. Habló de su hija, que era una chica increíble, lista y muy trabajadora que no merecía terminar así; y no se lo discutía, pero fue una imprudente y pagó el precio. De no ser por mi situación, si hubiese sido una chica más y desconociese el rostro del asesino, habría sido mucho más cauta. Ya de por sí apenas salía de casa, así que no me hubiese costado mucho; pero el asesino tuvo que colarse en mi habitación.

A veces lo pensaba y no entendía cómo había logrado sobrevivir; estaba segura de que esa noche gasté toda la suerte de mi vida.

Pasaron tres días en los que apenas supe de Matthew salvo por un par de charlas cortas y mensajes. Permanecíamos expectantes, creyendo ingenuamente que en cualquier momento aparecería el cuerpo del compañero de Evan, pero eso no pasó. Tampoco aparecieron más cadáveres, el imitador no atacó a nadie.

Matthew me contó que ya se había deshecho de los disfraces y me avisó de que pasaría por mi habitación en la madrugada porque se le había ocurrido algo.

Estuve todo el día ansiosa, esperándole.

Eran pasadas las tres y media de la madrugada cuando apareció por mi dormitorio.

—Toma. —Agarré por inercia lo que me lanzó nada más entrar por la ventana; fruncí el ceño hasta que vi que era la sudadera. Olía muy bien, supuse que a suavizante, se notaba que estaba limpia. Matthew había lavado la sangre de mi sudadera; esa sudadera que él me había regalado y que temí haber perdido tan pronto—. Pensé que igual querías un recuerdo del día que te cargaste a tu primera víctima —comentó casual. Mi corazón latió frenético por el detalle, pero no pude contener una mueca por su forma de expresarlo.

—Gracias —murmuré casi tímida. No quería tener un recuerdo del día que asesiné por primera vez, quería tener un recuerdo de él.

—Después de lo de Halloween está todo muy tranquilo, ¿no te parece? —comentó caminando con naturalidad por mi habitación hasta sentarse en la cama. Le miré intrigada antes de volverme para guardar la sudadera en el armario.

—¿Qué tienes en mente?

—Estaba pensando que podríamos forzar a ese imitador de pacotilla a actuar —se dejó caer hacia atrás en el colchón, con los brazos tras la cabeza y los pies aún en el suelo.

La Locura Que Provocas [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora