Primera pluma

2.2K 305 106
                                    

Aire, oscuridad, dolor. Un recuerdo borroso y una voz familiar. Eso era lo último que rondaba su mente.

Abrió los ojos un poco, desconociendo el entorno. Quiso moverse pero un horrible dolor embargó su espalda, apoderándose de todo su cuerpo y resaltando punzadas en otras zonas. Un quejido escapó de sus labios, renunciando al movimiento. Notó que varias vendas rodeaban su pecho, su pierna izquierda y la muñeca derecha. Aclaró su vista, respirando pesado por las molestias que lo embargaban.

No era su cuarto, y por la luz que pasaba por la ventana, debía ser mediodía o incluso más tarde. Dejó pasar unos segundos, hasta que llevó la zurda hacia su espalda, un temblor lo detuvo al intentar mover el ala de ese lado. Tanteo con desespero la zona.

No estaba, su ala izquierda no estaba.

Otro temblor lo bañó. Antes tenía la esperanza de curar ambos apéndices, pero ahora comprendía que no tendría caso. Se quedó mirando a la nada, horrorizado con su propia realidad.

La puerta se abrió sin permiso, Fargan ingresaba al cuarto para verificar el estado de Focus, parecía no haber dormido bien durante la noche.

Paró en seco al verlo despierto.

—Focus, ¿estás bien?

El cuervo no lo miró, ensimismado en su propia desgracia, atinando a penas a cubrirse el rostro.

Fargan fue hasta ponerse de rodillas en el suelo, pasando sus dedos sobre la mano izquierda de Focus con tal de apartarla de su rostro. Pudo hacerlo sin mucho impedimento, descubriendo que el cuervo lloraba en silencio. El búho no era de consolar personas, pero de pronto sintió la imperante necesidad de hacerlo.

—Focus...

Mantuvieron el silencio un rato, hasta que Focus habló:

—¿Qué sucedió? —la voz se le notaba más rasposa de lo usual, escapando en un murmullo lastimero.

—Te caíste en la mina, había un boquete bastante grande.

—Eso no —lo miró de reojo, porque Fargan aún sostenía su mano.

—Cuando caíste —bajó la vista— tu ala izquierda se quebró casi por completo, no había de otra que cortarla.

Esperaba una reacción, pero solo consiguió una expresión amarga.

—Pero, tus alas ya estaban rotas..., ¿pasó algo antes?

Focus apartó su mano.

—Además, nunca te he visto volar, y no me creo lo de que los dioses no te lo permiten, porque yo puedo hacerlo.

Fargan frunció el ceño, quería saber, pero el cuervo se veía hasta enfadado ahora.

—Me las quebraron.

"Quebraron".

—¿Cómo? ¿Quién? —podía conseguir suficiente pólvora, o incluso algo más llamativo si trataba de otro pueblo.

—Antes de venir, lejos de aquí, para que no volviese, para que no tuviera valor.

Finalmente, Focus miró a Fargan, claramente dolido, sin la asidua paz que transmitía.

—No debieron cortarla.

Un suspiro abandonó los labios del castaño.

—Auron dijo que no había de otra, no iba a sanar.

A pesar del dolor, Focus se sentó en la cama, apretando los dientes, ignorando que Fargan intentaba volver a recostarlo.

—No te muevas, que tienes una costilla rota, la mano esguinzada y te fisuraste el fémur —apuntó las zonas que nombraba, recordando las palabras de Auron, pues había estado recordándolas.

Lo sostuvo de los hombros. El pelinegro se rindió en apartarlo, bajando la cabeza y sosteniendo uno de sus brazos, sin fuerza. Fargan se decidió a abrazarlo, notando como temblaba, quizá llorando, con el cabello cubriendo su rostro y meciéndose leve.

Permitió entonces que el cuervo recostara su cabeza hacia él. Jamás lo vió tan vulnerable, tan herido..., quizá fuera por eso que sentía él mismo ganas de llorar, de decirle que todo iría bien, pero no lo hacía, apretando los labios y escondiendo sus alas lo mejor que podía. Incluso se quitó el antifaz que demostraba su casta, esto como una señal de que el contrario podía confiar, que no le ocultaba nada.

No lo movió de sus brazos hasta que notó cómo se limpiaba los ojos, intentando ser discreto. Lo soltó con cuidado, pero no se movió del sitio.

—¿Tienes hambre? —preguntó, sin querer indagar más en los problemas, al menos de momento.

Focus negó con la cabeza.

—¿Necesitas agua? —esta vez asintió, así que Fargan se levantó, caminando hasta la cocina.

Volvió el silencio, y el sol ya marcaba un atardecer. El cuervo, como todos lo llamaban, se quedó allí, mirando de reojo la máscara de su amigo para luego notar como la propia descansaba sobre la mesita de noche, al lado de una lámpara y...¿un reloj de búho?, esbozó una sonrisa, olvidando por un momento todo lo demás. Era una ocurrencia divertida, quizá hasta egocéntrica, queriendo marcar que esa era su casa y el búho su logo.

Le vio volver, apretando el paso para entregarle un vaso de agua y retomar su sitio en la orilla de la cama.

—¿Todo bien? —pregunta curioso al notarlo más relajado.

Focus no asiente, porque no le apetece mentir, tampoco niega, porque se ha calmado un poco y bebiendo nota como la garganta seca deja de estarlo. 












...

Gracias por leer.

Wings [𝐹𝑎𝑟𝑐𝑢𝑠]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora