Quinceava pluma

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El miedo embarga su cuerpo, lo entumece, lo ahoga; la adrenalina ocupa el resto, logrando que se remueva en desespero mientras el aire golpea sus extremidades. Está cayendo, está perdiendo la única oportunidad de volver. El rostro de alguien en específico recalcado en su memoria es lo que le impide rendirse a la muerte, no es que aquél hombre híbrido resulte su única razón para seguir vivo, pero sí una de las más importantes y recientes.

Prometió, juró, dijo a sí mismo que volvería. ¿No podía siquiera decirle todo y luego quemarse en la lava con aquél cuerpo que apenas sentía dolor? Quizá se daba demasiada importancia, pero si Focus sentía al menos una amistad por él, esto podría devastarlo, y le había dolido tanto verlo destruido, desesperanzado, ahogándose en una maldita tina..., no quería abandonarlo, no así, no tan pronto.

¿Acaso a esto le llamaban amor? Suponía que sí, por las pocas veces en que realmente amó, por esas veces es capaz de entender que se mintió creyendo que era solo compresión con lo de perder las alas y el dolor que implica. Ahora podía ser sincero, supuso, pues casi sentía el calor de la lava en su espalda, y ya había dejado de removerse, cerrando los ojos y esperando lo peor; allí, admitió en silencio que se trataba de amor. Pues el humano es sincero solo al borde de la muerte, o del precipicio. Cuando todo está a punto de acabarse, de alguna manera son capaces de admitir hasta el más oscuro pecado, hasta aquello que ni a sí mismo se decían. Y de paso, recapitulan todo, desde la niñez hasta el ahora, arrepintiéndose de haber caído, culpandose por permitirse morir..., pero resignandose al final que ha llegado tan pronto.

Sus ojos vuelven a abrirse y un grito sorprendido abandona su garganta.

Alguien lo sostiene, alguien lo ha salvado. Tarda unos segundos en creerlo, pues el shock de saber quién es que lo abraza y lo lleva hasta una plataforma resulta inmediato. Ve las plumas negras, y reconoce el aroma con el cual sin querer soñó sentía de cerca y cada día.

No es hasta que sus pies sienten la plataforma bajo ellos que le mira y ríe incrédulo, con los ojos brillosos. Le abraza con fuerza cuando se ha separado, y el gesto es correspondido con igual efusividad, ambos han creído que todo acababa, pero por alguna gracia del destino y quizá hasta de los dioses, resultan capaces de abrazarse.

—¡FOCUS! —exclama Fargan, volviendo a reír, casi sintiendo que las lágrimas abandonan sus ojos.

El cuervo se limita a mantenerlo contra su cuerpo, llorando en silencio y esbozando una sonrisa, ha llegado a tiempo, ha hecho bien en adelantarse.

—¿Realmente estás aquí? —Se separa para mirarle el rostro, notando las y limpiandolas con sus manos—, ¿cómo? —abruptamente se percata de ese detalle.

—Larga historia.

—¿Has muerto también? —precipitado, le revisa con la mirada, buscando alguna herida mortal como las que él mismo posee.

—No, he llegado aquí de otra forma.

Su vista se voltea hacia las plataformas que debían seguir para finalizar la prueba, sabe muy bien que no puede distraerse, ha llegado a ese punto con el claro objetivo de sacarlo del infierno con vida. Sin embargo, Fargan es incapaz de concentrarse en otra cosa que no sea Focus, además, acaba de fijarse en el regalo que él mismo le dio, cual ahora adorna la espalda del cuervo. Eso explica cómo ha volado, ya no hace falta preguntar.

—¿Cómo de otra forma?

—Vamos, hay que salir de aquí —torna serio y agarra su mano—. Deben quedar menos de dos horas.

—¿Hay tiempo límite?

—Para mí sí. Venga, hablaremos cuando salgamos de aquí, ¿bien?

El búho no está precisamente en posición de reclamar, así que asiente algo desorientado y acepta cuando lo atrae.

Wings [𝐹𝑎𝑟𝑐𝑢𝑠]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora