Novena pluma

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Más hierro, pólvora..., ya estaba todo listo, suficiente para librar dos guerras en una sola hora.

La reunión había ido más rápido de lo normal, pues todos tenían pendiente el proteger sus casas y todo lo que habían conseguido. Elaboraron un plan simple para el día de la purga. Al final resultaba que irían todos, la diferencia era que algunos planeaban volver lo antes posible y otros se quedarían por allí hasta que volviera a sonar la alarma, o sea, aprovecharían la libertad de violencia hasta el último segundo.

Focus estaba reforzando el último stack de piedra, ya había delimitado las paredes que cubrirían tanto su casa como invernadero. Iba mucho más lento de lo que quería, evitando caerse a medida se levantaba la estructura. Pasado el mediodía, se sentó sobre la piedra reforzada en la sexta hilera. Suspiró y miró al horizonte a medida comía un poco y bebía agua. Dejó el antifaz a un costado, quitándose el sudor de la frente con el dorso de la mano.

Escuchó algo a la izquierda, y cuando miró al costado, Fargan estaba de pie allí, escondiendo sus alas tras su espalda y sonriendo. Lo miró extrañado.

—¿Qué tal, Focus? —se sentó como si nada junto a él.

—¿Ya protegiste tu casa?

—Algo, queda bastante. Aunque veo que vamos iguales —apoyó las manos a cada lado, inclinándose un poco hacia atrás.

—Por cierto, gracias por el regalo —oculta la sonrisa a la vez que bebe un trago de agua.

Esa era la precisa razón por la que Fargan había ido, así que soltó una risa divertida.

—Te ha gustado, ¿eh?

—En términos generales, sí.

—Ya..., venía con algo especial, aprecialo más.

Focus ríe leve, dejando la cantimplora a su derecha, sobre la piedra y junto a la máscara.

—Lo hago, pero la foto estaba de más, tío.

—¿Cómo? Si era lo más importante —fingió estar ofendido, y aunque en el fondo esperaba otra respuesta, debió saber que no la tendría.

Pero lo oyó reír otra vez, así que valió un poco la pena.

—Si no, me la devuelves y la vendo, que imprimí solo una.

—Ya me la has dado, ya no.

¿Cómo? Creyó que se la devolvería de inmediato, de hecho, creyó que no la había llevado con él, pero al parecer lo había hecho.

—Vale, toda tuya entonces —otra risa escapa, perdiéndose entre la brisa.

Se quedó viéndolo un segundo, hasta que le devolvieron la mirada.

—Todo bien, ¿no? —nota una mueca.

—Lo normal.

Sin pensarlo mucho, enderezó, moviéndose hasta apegarse.

—Cuidado, joder, que nos caemos —reclama el cuervo, encarandolo, y volviendo la vista hacia el pueblo con rapidez.

Fargan pasa uno de sus brazos por la espalda de Focus, alcanzando su cintura con la diestra.

—¿Qué haces, hombre? —no se mueve, a pesar de sonar nervioso.

—Intentando que no pienses esas cosas, soy bueno distrayendo.

Los músculos tensados del cuervo se relajan un poco. En silencio, permite aquél contacto.

—Mira —exclamó el búho risueño, apuntando una zona del pueblo dónde Juan corría tras Auron, quién iba manchado con pintura y riendo.

Wings [𝐹𝑎𝑟𝑐𝑢𝑠]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora