Diecisieteava pluma

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Aún sostiene el cuchillo cuando sus piernas flaquean y el dolor le hace soltar un grito.

El hijo de perra, que sonríe a pesar de la herida propia, le ha apuñalado la entrepierna.

Heberon aplaude divertido, casi riendo.

—Pero... —vocaliza alicaído, con la voz apretada.

Se encoge sobre sí mismo por instinto, apretando la zona afectada con sus manos y dejando salir otro grito ante el contacto de sus palmas.

—¿Creíste que eras el único que usaría una jugarreta sucia? No me conoces para nada.

—Igual te apuñale, hijo de puta. ¿Crees que ya ganaste?

Suelta rabioso, respirando fuerte, pensando en desespero qué puede hacer para salir de eso, para sobrevivir. Pues la pregunta es solo para hacer tiempo e intentar distraerle.

—Ya, porque no planeaba usarlo si no era necesario. No te creía tan guarro.

Fargan siente la debilidad llegar a su cuerpo por la herida, así que aferra el cuchillo y se acerca medio gateando hasta él, pues está bastante cerca. No se tardará, quiere salir lo más rápido posible de allí, no quiere dejar tiempo para que su contrario encuentre un nuevo plan, no quiere ni siquiera imaginar que la situación pueda volver a darse vuelta.

Lo tiene a su merced, así que le empuja un poco para que quede con la cabeza hacia arriba, Folagor intenta resistirse, pero el dolor le impide moverse demasiado; ha empezado a sudar y tiembla, está pálido y mira a Fargan con recelo que oculta temor.

—Antes de todo, que sepas que mentí, sí es personal —alzó el cuchillo con fuerza, apretando los dientes ante la sangre que emanaba de su costado.

Al fin.

Ahí acababa todo.

Finaliza la pelea con el filo inmiscuyéndose en la garganta de Folagor, abriéndose paso entre la tráquea para ahogarlo unos segundos con su propia sangre. Su expresión se trastorna en diferentes tipos de dolor y rabia, hasta dar con la paz justo antes de pasar al siguiente mundo, donde su cuerpo terrenal se descompondrá y sus ojos nunca más destellarán vida.

Fargan se deja caer una vez sabe que Folagor está muerto; se permite un respiro antes de mirar a Heberon.

—He ganado.

—Has hecho trampa.

—Tramposo que jode al tramposo...yo digo que vive.

El dios sonríe, no era como que le fuese a negar tal cosa, estaba todo ya premeditado para que los ganadores sí volvieran. Por tanto, se recostó sobre su silla y chasqueó los dedos.

El primer ganador del Pandemónium recibía su premio: volver a la vida.

(...)

Después que Nia le contara lo que sucedía a Auron, este decidió llevar al cuervo a su casa para tratarlo.

—Ibai, cargalo tú, usa la fuerza de oso que tienes —le señaló mientras buscaba en su inventario, aún no iban con el cuervo, de momento solo decidían cómo proceder.

—Pero si tu casa está a tomar por culo.

Auron ignoró la queja mientras extraía una jeringa de su inventario.

—¿Qué es eso? —pregunta Nia, extrañada.

—Morfina, siempre llevo un poco.

—Madre mía, este tío..., ¿cómo coño te sacaste la carrera?

Wings [𝐹𝑎𝑟𝑐𝑢𝑠]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora