Catorceava pluma

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Agradece que su cuerpo estuviese en ese extraño estado, pues el dolor era casi mínimo a pesar de que las garras de ambas criaturas habían herido con profundidad sus brazos, además del muslo derecho y el lado izquierdo de la cara, pero lo más importante era que habían dañado bastante sus alas.

La sangre caía demasiado espesa, como si gran parte de ella hubiera comenzado a coagular desde hacía un rato. De todas formas, los leones habían muerto y la ovación lo tranquilizaba.

—¡Felicidades al primer gladiador, ha pasado la segunda prueba!

Asintió, notando como la visión del ojo izquierdo disminuía, esperaba que si salía de allí, tal consecuencia no lo acompañara.

—¡Los gladiadores dos y tres han llegado! —anunció otro sirviente, haciendo que Fargan se girara.

—¿Fargan? —Ocho se adelantó hasta él al notar su estado, mientras el búho les sonreía, aún con el aire victorioso.

—¿Estás bien? —Grefg llega tras Ocho, su expresión denota cierto miedo por lo que sea que esté a punto de enfrentar.

No era que hubiesen pasado las pruebas juntos, pero Ocho se pegó a Greft a penas supo que había agujeros en el suelo, así podía sacrificar al otro en caso de no verlo claro, una jugada de perro, pero también una que ninguna regla podría limitar.

—Bueno, casi me comen los leones, pero sí —ríe un poco, lanzando un vistazo al cadáver de la bestia más cercana.

—¡Ha llegado el cuarto gladiador!

Un aldeano cualquiera mira asustado a las gradas y luego a Fargan, aterrorizandose con las grandes heridas y las dos bestias felinas muertas sobre el suelo, algo lejos del búho, conservando algunas armas incrustadas en su pelaje.

—Primer gladiador, retírese del coliseo.

Una reja se abre para dejarlo marchar, dejando claro que no es ninguna petición.

—Felicidades, mortal —la mujer en el palco sonríe mientras mueve el vino de su copa.

Fargan no entiende por qué hay algo en ella tan atemorizante, pues es casi la definición de hermosura que ha dictado la sociedad..., no, es incluso mejor, así que es extraño que su libertino ser no reconozca eso y decida fijarse en el miedo.

Continúa su camino, ignorando aquél hecho. Aprovecha los vitoreos un poco, siempre le han gustado las alabanzas y los cumplidos.

—Gracias, Gracias, doy clases los viernes, no cobro mucho —bromea, alzando la voz y haciendo reír a 8cho.

Al abandonar el coliseo, le espera otro pasillo igual al anterior, la diferencia es que este desemboca en una mazmorra común del Nether, o eso parece. Mira un cartel a su derecha, tiene dibujado una especie de laberinto con varias calaveras en su interior. Ya había tenido suficiente con el infierno que hizo Jagger, no podía imaginar cómo de peor podría ser en el mismo averno.

Tomó la espada restante en su espalda, empuñándola antes de entrar despacio en el recinto.

(...)

Habían destruido al menos dos spawns en su camino, ambos de blazer. No tenían daños más allá de las armaduras y los escudos quebrándose, podían seguir, y no era como que no lo harían, menos el cuervo, que a pesar del dolor, se mantenía casi rabioso mientras avanzaban. Elegía el enojo en lugar de la pena, ya lloraría si no lograba encontrarlo.

Luzu destruía los spawns de otra manera, usando magia, aunque parecía absorberlos en lugar de solo reducirlos a cenizas; nadie reclamaba, pues mientras más fuerte se hiciera el brujo, más oportunidades tendrían.

Wings [𝐹𝑎𝑟𝑐𝑢𝑠]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora