02 | Un milagro toca la ventana

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Desperté de golpe con una profunda bocanada de aire, como si estuviera ahogándome

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Desperté de golpe con una profunda bocanada de aire, como si estuviera ahogándome. En cuanto mis ojos se acoplaron a la habitación en la que estaba, el pavor me inundó.

No reconocía el lugar, pero era pequeño y cálido. ¿Hbíamos conseguido escapar? No recordaba haber nadador después de desmayarme. ¿Nos habían encontrado? ¿Estábamos atrapadas de nuevo? ¿Nos había capturado otra organización? ¿Dónde estaba Clarissa?

Me puse de pie rápidamente y un tirón en mi abdomen, muslo y brazo me hizo gemir. Tenía puesta una blusa negra y pantalones cortos, y esto no era en lo absoluto lo que llevaba cuando salimos. Levanté mi blusa y vi que el disparo en el abdomen tenía un apósito encima, también las otras dos.

Alguien me había curado. Alguien había tocado mi cuerpo inconsciente, me había desnudado y puesto ropa nueva.

Miré alerta toda la habitación. Tenía una cama, un escritorio, un armario y un montón de cosas inútiles como decoración.

Pero lo más notorio es que, nuevamente, estaba encerrada.

Entré en pánico.

Volví a la cama y arranqué las cobijas buscando algo que no sabía qué era. Abrí cajones, tiré las lámparas y estrellé objetos al piso. Me sentía desquiciada, atrapada. No veía nada que no fuera una nueva jaula, más grande y cómoda pero con el mismo destino.

Escuché pisadas y en cuanto la puerta (que habia ignorado que estaba ahí) se abrió, arremetí contra la persona que entró. Vi una bata, zapatos cafés, reloj de plata y camisa de cuadros. Vi una sonrisa cruel y ojos maravillados. Lo estampé contra la pared y puse mis manos alrededor de su garganta.

—¡Yo te maté! —grité con furia—. ¡Estás muerto! ¡Yo te maté!

—¡Espera, Genevieve! ¡Cálmate! ¡Soy yo, Clarissa!

Me detuve al escuchar su voz. Parpadeé y entonces la imagen del Doctor se convirtió en una chica de pelo castaño y largo, con ojos mieles asustados y unas pequeñas manos sobre las mías.

—Soy yo —repitió despacio—. No estás en peligro, Gen. Ya no. Él está muerto, no te hará más daño.

La reconocí y me aparté de ella con rapidez. Había intentado ahorcarla. Se llevó las manos a su cuello y tosió para recuperar el aire. Exhalé todo el aire y retenido y caí sobre mis rodillas, con las manos en mi cabello.

—Me asusté —admití con un hilo de voz—. Creí que todo fue un sueño.

—No lo fue, te lo aseguro —su toque tierno me devolvió a la tierra.

—Lamento haber intentado ahorcarte.

—Y yo lamento no haber estado cuando despertaste, Gen. Debí quedarme para que fuera lo primero que vieras al abrir los ojos y que no entraras en pánico. Es normal que hayas reaccionado así después de todo.

BLOOD QUEEN | tvd • twilight • toDonde viven las historias. Descúbrelo ahora