04 | Clase de historia con el profesor Jasper

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«Me detuve de golpe cuando llegué a un árbol grueso, lo necesariamente grande para cubrirnos

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«Me detuve de golpe cuando llegué a un árbol grueso, lo necesariamente grande para cubrirnos. Todavía estaba riendo presa del éxtasis de una buena carrera nocturna cuando un cuerpo se posicionó a mi lado.

—Te gané otra vez —dije con soberbia. Ella me dio un empujón juguetón.

—Has hecho trampa, seguro. En mi camino, de repente crecieron ramas donde antes no las había.

Me encogí de hombros con aire inocente, no negando ni afirmando nada. Ambas nos asomamos a la oscuridad del bosque. La luna iluminaba tenuemente, y de haber sido simples mortales no habríamos podido seguir el rastro. Los cazadores eran buenos para esconder sus huellas, pero nosotras éramos mejores persiguiendo tipos como ellos.

—¿Escuchas sus corazones, Viv? —preguntó, rompiendo el silencio.

—Por supuesto que los escucho. Parece que nos llaman a gritos.

—Laten desesperados. Saben que van a morir, pero son tan arrogantes que contemplan la posibilidad de escapar, como si el hecho de que seamos mujeres signifique que somos menos letales.

—Es porque no te han conocido.

Me miró con una sonrisa siniestra, pero claramente complacida.

—Genevieve, es porque no nos han conocido. —Venas oscuras aparecieron debajo de sus ojos, y sus colmillos sobresalieron de su boca—. Pero están apunto de hacerlo.

Y se lanzó a la oscuridad».

Desperté sintiendo que echaba a correr, pero solo estaba acostada en mi acolchada cama nueva. Parpadeé al techo repetidas veces, pensando en quién era la mujer de mi sueño. No, no un sueño. Un recuerdo. Estaba segura de que lo era. La mujer era un vampiro, obviamente. Uno diferente a los Cullen. En ellos no había visto esas venas bajo sus ojos, aunque tampoco los había visto en acción.

Suspirando, aparté las cobijas y me dirigí al baño. Tal como lo pensé, había productos hasta para regalar. Abrí la puerta de la regadera, curiosa. No era igual que la del búnker, pero en teoría deberían funcionar igual. Me desnudé y me metí bajo el agua hirviendo, sintiendo mis músculos relajarse. No supe cuánto pasé ahí dentro, pero al salir el baño estaba cubierto en una densa capa de vapor. Me envolví con una toalla y cepillé mis dientes.

Alguien tocó la puerta de mi habitación segundos después. Bella estaba del otro lado, con un vaso de cristal en la mano.

—Buenos días, bella durmiente —saludó con una sonrisa de boca cerrada—. Te traje el desayuno.

Me extendió el vaso y le eché un vistazo. Era sangre, por lo que olía. Le di un trago e hice una mueca de disgusto.

—Sabe insípida.

BLOOD QUEEN | tvd • twilight • toDonde viven las historias. Descúbrelo ahora