A pesar de saber lo que esperaba por mí en el jardín de mi casa, estacioné el auto en completa calma. No estaba nerviosa. Quizá se debía a que la primera impresión había quedado atrás, en casa Salvatore. La primera mirada después de años, el primer contacto, las primeras palabras. Habiendo superado eso, me era más fácil pensar con la cabeza fría y no dejarme guiar por mis emociones, que aunque eran bastantes y muy fuertes, podía mantenerlas bajo control.
Caminé hacia la entrada de la casa, desviando mi camino a último momento para tomar el sendero que conectaba directamente con el patio. El sol aún estaba en su máximo esplendor, pero mi mesa de picnic estaba ubicada bajo una gran sombrilla instalada.
Mi jardín era una de mis partes favoritas de la casa. Grande, espacioso, un prado verde vivo bordeado de una infinidad de flores de todos los colores que representaba mi libertad, pero había una parte que daba entrada directamente al bosque, la cual representaba aquella puerta dentro de mí que había cerrado para siempre pero que jamás desaparecería.
Elijah estaba de pie en medio de ambas partes, bajo la protección de la sombrilla, de espaldas a mí. Su saco colgaba del respaldo de una silla, por lo que noté sus manos ocultas en los bolsillos de su pantalón. Ahí de pie, simbolizaba algo mucho más profundo que mi pasado: mi presente. Estaba parado en la fina línea entre mi sanidad y mi locura, admirando ambas como si fueran una sola y no dos paisajes completamente diferentes.
—Me gusta el contraste —dijo sin voltear, por lo que deposité las llaves en la mesita y me coloqué a su lado, de brazos cruzados—. Parece que estás dando dos caminos a seguir, el del bien o el del mal.
—Es una decisión que tomo cada día al despertar.
Le ví de reojo esbozar una tenue sonrisa, casi nada.
—¿Has llegado al final del camino? —preguntó, refiriéndose al que llevaba al bosque. Solté un suspiro; era una pregunta bastante espesa.
—No me he atrevido —confesé—. Está oscuro siempre, aún si es de día.
Elijah se dio la vuelta para encararme. Sentí sus ojos clavados en mi rostro, quemándome.
—¿Desde cuándo le tienes miedo a la oscuridad, Genevieve?
Él no podía entender la magnitud de su cuestionamiento. Probablemente no se daba cuenta de lo hondo que estaba llegando en mi interior.
—Desde que era lo único que me acompañaba —contesté con honestidad, mi mente viajando a la celda abandonada donde dormía con dolor, hambre y desolación—. Se convirtió en mi mejor amiga, me conoció como quizá nadie lo haya hecho... Eso fue demasiada intimidad para mí. No lo manejé bien.
—Por supuesto. —Detecté cierta ironía en su voz, como si lo supiera de buena mano—. Es una pena oírlo. Solías cazar de noche, ¿lo recuerdas? Te encantaba.
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BLOOD QUEEN | tvd • twilight • to
Fiksi PenggemarGenevieve no lo recordaba, pero solía ser reina. Fue arrebatada de la seguridad de su castillo años atrás y encerrada en una torre que poco a poco apagó su brillo y borró sus recuerdos, hasta que no quedó en ella algo más que un cuerpo ultraja...