13 | Siempre hay alguien más

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No pude dormir mucho más de dos horas después de que Damon se fuera, pero sentí que no me hicieron falta

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No pude dormir mucho más de dos horas después de que Damon se fuera, pero sentí que no me hicieron falta. Mi corazón estaba calmado. Todavía odiaba a muchísima gente, pero hoy me sentía más... Humana.

Decidí preparar el desayuno, por lo que Clarissa se levantó directo a comer en cuanto olió los panqueques. La observé comer en silencio. No sabía qué pensar acerca de su hambruna, y tampoco quería que se convirtiera en una gran tema de conversación. Si ella estaba cómoda comiendo de esa manera, por mí no había problema.

—¿Cuál es el plan de hoy, Gen? No tenemos trabajo ni pasatiempos ni la necesidad de conseguir trabajo.

—¿Quieres trabajar? Sabes que no estás forzada a hacerlo.

—Y tú sabes que odio sentirme inútil —apartó su plato vacío—. Soy joven aún, puedo hacer muchas cosas. Y las que no puedo, las aprenderé.

Lo pensé, mirando dentro de mi café como si el color marrón negruzco tuviera todas las respuestas.

—¿Qué te parece ir a la escuela? Suena aburrido, lo sé, pero a tu edad, en una vida normal, deberías estar terminado la preparatoria y eligiendo a qué quieres dedicarte.

Clarissa abrió la boca, atónita, y casi resbaló de su silla.

—¿Lo dices en serio?

—Tú misma lo has dicho: eres joven. Si lo deseas, puedo inscribirte en la escuela de la ciudad. O puedes buscar un trabajo. Si te soy honesta, creo que vamos a quedarnos aquí por un tiempo. Decide en qué usar tu tiempo y házmelo saber.

Clarissa emitió un chillido como de un perro siendo atropellado, saltó de su silla y corrió a abrazarme. El café hirviendo se derramó por encima de mi mano y cayó en una parte de su brazo, pero ninguna de las dos se inmutó.

—¡Sí quiero ir a la escuela! ¡Gracias, Genie! —me besó la mejilla varias veces, haciéndome reír—. Eres como la mamá o la hermana mayor que no tuve. Te quiero. Y estoy muy feliz de estar aquí contigo.

Probablemente no había nadie en el mundo más feliz de esclavizarse en una institución con un montón de adolescentes hormonales que ella.

—Ocupémonos de eso hoy.

Por la tarde, eso fue lo que hicimos. Primero paseamos para familiarizarnos con el pueblo y pedimos informes. Aquí no podía usar mi compulsión, olía la verbena en prácticamente todos lados, pero tenía otra arma a la que ningún humano podía resistirse: dinero. Teníamos la mayoría de los requisitos para la inscripción de Clarissa, y los que no teníamos los compré. Nuestra última parada fue en una tienda de útiles para que Clarissa consiguiera lo que sea que quisiera, y mientras la observaba decidirse entre una mochila negra y una azul, mis instintos se activaron al percibir que alguien me seguía.

Era difícil saberlo a ciencia cierta con tanta gente caminando de aquí para allá, pero lo sabía. Sentía sus ojos fijos en mi nuca a cada paso que avanzaba.

BLOOD QUEEN | tvd • twilight • toDonde viven las historias. Descúbrelo ahora