21 | Adiós, mamá

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A pesar de mi lúgubre destino, una sonrisa alegre extendía mis labios

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A pesar de mi lúgubre destino, una sonrisa alegre extendía mis labios.

Los Cullen acababan de confirmar su mudanza a Mystic Falls este mismo mes, justo antes del día de acción de gracias. Esme quería pasarlo con nosotras, así que así se haría. Habían tantas ventajas en esta mudanza que no podía imaginar otro futuro distinto. Extrañaba muchísimo a mi familia.

Guardé el celular en el bolsillo de mi abrigo y continué caminando por el desolado camino. Un viento fresco soplaba las hojas caídas del otoño, dándole un aspecto más tétrico al bosque. Todavía no me animaba a adentrarme más allá de lo humanamente seguro, pero este lugar era uno al que me propuse venir desde hace tiempo y por fin llegó el momento.

La cripta Salvatore apareció ante mis ojos como una estructura en forma de techo en punta, el apellido grabado en el material, con pilares sosteniéndolo. Muy ostentoso, como me gustaba. Me tomó un gran esfuerzo entrar, fingir que no era mi lápida la que estaba ahí dentro, que no era esa la urna con mis cenizas.

«GENEVIEVE ELIZABETH SALVATORE
Nacida en 1849.
Estimada hija y amada hermana, serás recordada por siempre como la estrella que iluminó nuestras vidas».

Recién nacía la pregunta de quién demonios era la persona que fue incinerada en mi lugar. Claramente, mis huesos no eran. Podía visualizar el instante en que mis hermanos se enteraron de mi muerte, aferrándose a los restos de un cuerpo desconocido para calmar la culpa de no haberlo evitado. Era más fácil lidiar con la muerte que no saber el paradero. Quizá, a pesar del dolor de perderme, saber que descansaba en la cripta familiar fue un descanso suficiente para sus almas.

Miré fijamente la inscripción, una leve capa de polvo cubría las letras y había un ramo de flores secas y olvidadas, probablemente puestas ahí antes de que yo volviera a Mystic Falls.

Suspiré y me senté sobre el suelo, abrazando mis piernas. Alguien se tomó mi desaparición muy en serio, tanto como para darle a los Mikaelson y a los Salvatore un cadáver que se hiciera pasar por mí y que así dejaran de buscarme. La gran incógnita era cómo. ¿Cómo engañaron a los originales, los vampiros más viejos del mundo?

Mi teoría era que todo tenía que ver con ellos, los Ancestros. Sabía que eran poderosos, mi propio poder provenía de ellos, y también tenía muy presente que después de mi conversión en vampiro intentaron fervientemente culminar con mi existencia. Sin embargo, nunca fue posible. Ellos jamás pudieron aniquilarme, aunque sí herirme. ¿Y si ellos...?

Un viento sobrenatural agitó la basura natural de la cripta. No miré. Ya intuía quién era y no me molestaba su presencia, pese a que no era mi persona favorita.

—Has venido.

—Tenía que hacerlo —respondí—. Ver por mí misma mi muerte.

—Mi niña —Lucretia se agachó frente a mí. Otra vez, sin ponerme ni un dedo encima, sentí su toque en mi barbilla, moviendo mi cabeza para que la observara—. Fue un mal necesario.

BLOOD QUEEN | tvd • twilight • toDonde viven las historias. Descúbrelo ahora