Five

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girl wonderCapítulo cinco

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girl wonder
Capítulo cinco

- ¿Tienes un disfraz?

Dick no aparta los ojos de la carretera, así que no puede ver la mirada pasivo-agresiva que le dirijo después de hacer su pregunta.

- No, no lo sé. No todo el mundo se dedica a esto profesionalmente, ya sabes.

- Bueno, ¿tienes algún arma?

- Sólo mis puños – le digo, levantando mis manos hechas bolas. 

Vamos a toda velocidad por las oscuras calles de Washington D.C. en su Porsche, que es extremadamente impresionante, por cierto, teniendo en cuenta lo viejo que es.

- Lo harán.

Me sorprende que Dick se detenga repentinamente en el exterior de un enorme almacén. Estamos tan cerca de la ciudad que no es precisamente el lugar más alejado para llevar a cabo una actividad ilegal.

- Quédate aquí un momento – me dice, saliendo del coche. Frunzo el ceño y abro la boca para protestar, pero ya ha cerrado la puerta antes de que pueda hablar. Se mete en el maletero, mientras yo miro fijamente hacia el edificio, que está completamente sumido en la oscuridad. No hay movimiento y tampoco hay ruido.

Después de estar sentado en un charco de confusión durante unos dos minutos, Dick abre mi puerta de un tirón, completamente vestido con su infame traje rojo y verde.

- Mierda – murmuró, asimilándolo en todo su esplendor mientras salgo del coche. Antes pensaba que era musculoso e intimidante, pero verlo como Robin hace que mi pecho se apriete ligeramente. Tengo miedo de que, si doy un paso en falso, me rompa el cuello sin pensarlo. 

- ¿Listo para hacer esto? – pregunta.

Exhaló un suspiro derrotado – Supongo.

- Hola, Natasha – me llama, después de que me haya dado la vuelta y haya empezado a caminar hacia el edificio – Apreció esto, ¿de acuerdo? Sé que no es realmente lo tuyo, pero el hecho de que lo hagas significa mucho.

Doy una débil sonrisa y me encojo un poco de hombros. – No me gusta defraudar a la gente.

Dick se ríe ligeramente. – Vamos, no tenemos mucho tiempo.

Se adelanta, pero le alcanzó sin esfuerzo y pronto llegamos a una puerta metálica. Dick juguetea con el picaporte y, como no cede, retrocede para examinar los alrededores y buscar otra forma de entrar.

Doy un paso adelante y arrancó el pomo de la puerta, tirándolo al suelo y abriendo la puerta.

Dick se queda parado un momento, asombrado.

- ¿Qué? Te dije que era fuerte – le digo. 

Nos dirigimos al interior, agachándonos mientras nos abrimos paso por el lugar. Está oscuro, húmedo y desordenado con muebles viejos y objetos aleatorios cubiertos con lonas de plástico. No quiero ni saber qué hay debajo de ellos. Seguimos el débil eco de las voces hasta que llegamos a una enorme zona abierta y nos agachamos detrás de una pila de cajas de madera.

Inmediatamente veo a Halcón y Paloma agazapados indefensos contra una furgoneta, rodeados por al menos dos docenas de hombres, todos ellos armados. 

Dick me toca el hombro y se inclina hacia mí.

- Me voy al otro lado. Espera mi señal – dice en un susurro tan bajo que, si hubiera estado un centímetro más lejos, no lo habría oído.

- ¿Cuál es la señal?

- Lo sabrás. 

De nuevo frunzo el ceño y estoy a punto de preguntarle qué significa eso, pero no me escucha. Ya se ha escabullido a otra habitación en el lado opuesto de la furgoneta.

Pronto se habla, o más bien se burla. Un tipo con una voz propia de una película de terror les promete a Hank y a Dawn que el dolor que les va a causar será el peor y el último que sientan en su vida, lo que me produce un escalofrío. De repente, se oye un grito, luego más gritos y el sonido de alguien cayendo al suelo. 

Entiendo que esa es mi señal y me levanto de un salto. Algunos hombres ya han salido corriendo para encontrar alguna salida, pero los alcanzo fácilmente. Estoy a escasos centímetros de uno, así que extiendo la mano para agarrar su camisa. Lo atraigo hacia mí y le doy un rodillazo en la espalda para que se quede sin aliento. Una vez que está en el suelo, lo recojo por la pierna y lo lanzo en dirección a los otros corredores, derribando a dos de ellos como si fueran bolos. 

Detrás de mí, otra carga contra mí, pero atrapó el puño que me lanza, le agarro la cabeza y la aplastó contra mi rodilla.

Alguien empieza a dispararme sin descanso, así que me agacho y me escabullo detrás de la furgoneta, donde me agacho junto a la puerta, esquivando cada bala sin problemas. El cristal de la ventanilla que tengo encima estalla en pedazos y no tengo más remedio que arrancar la puerta de la furgoneta de sus goznes. 

Con un escudo improvisado, salgo de mi escondite y corro hacia mi atacante, que está al otro lado de la furgoneta. Las balas caen sobre la puerta que está justo al lado de mi cara. Cada vez son más fuertes, hasta que finalmente suelto la puerta, arrancó la ametralladora de las manos del atacante y se la clavo en la cara. Agarrando un puñado de su chaqueta, doy un tirón a mi cabeza para que choque con la suya y se quede inconsciente.

Todo está en silencio, salvo por los débiles gruñidos que provienen del otro lado del almacén. Vuelvo a pasar por delante de la furgoneta y entro en otra zona, justo cuando Dick acaba con un tipo golpeándolo en la cara con una pistola en la mano, y una lluvia de sangre salpica la ventana.

Cuando se vuelve hacia mí, me quedo con la boca abierta. La mitad inferior de su cara está llena de pecas de color carmesí. Los ojos detrás de la máscara negra están vacíos de cualquier remordimiento. 

Sin decir una palabra, pasa por delante de mí y regresa a pie hasta donde está la furgoneta, pasando por encima de los cuerpos inconscientes que hay en el suelo. Hank y Dawn están parados allí, esperando hasta que por fin están a salvo. Hank tiene un brazo alrededor del hombro de Dawn y apoya todo su peso en ella.

-De nada-, es todo lo que dice Dick, luego se da la vuelta y sale del almacén.

nota del autor | ¿apoyamos a Natasha? | Nota traducida.

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