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JENO

Sintió esa horrible voz tronar por la puerta de su casa, esa horrible e irritante voz que sólo aparecía para hacerle la vida imposible.

─¡Lee Jeno! ¡Soy tu madre! ¡Abre la puerta ya mismo!

Su lobo gimió de miedo, mientras Jeno se tapaba los oídos con su almohada, tratando de hacerse creer que su madre no estaba allí afuera, esperando que le den una cálida bienvenida después de tantas cosas malas que ella misma generó.

Yoon se creía el centro del mundo siempre, y eso a Jeno le causaba violencia. Demasiada.

Vivió un calvario de infancia sólo por ella, por su manera de decir sus opiniones sin que nadie se las haya pedido nunca.

Desaparecía cada 2x3, y cuando volvía, a pesar de ver la cara de su propio hijo a punto de romper a llorar, preocupado y asustado, no la detuvo a no hacerle caso y no ignorar todo; como si ella jamás se hubiera ausentado y dejado a su hijo a su suerte.

Se odiaba a sí mismo, por a pesar de darse cuenta que su mamá nunca estuvo para él ni por él, le seguía teniendo un pequeño amor; un cariño fugaz que aparecía de vez en cuando, dando a florecer a un Jeno pequeño.
El Jeno que siempre necesitó y extrañó a su mamá.

─Hola mamá. ¿Necesitas algo? ─fingió una sonrisa al abrir la puerta, mientras la veía fijamente a ella.

─¿Esa es la manera de recibir a tu madre, Lee Jeno?

La señora habló, insinuando a que Jeno le de la bienvenida a su casa, pero eso nunca iba a pasar.

Jeno se mantuvo firme contra ella, no dándole espacio para pasar por su casa.
Yoon suspiró pesadamente y rodó los ojos infantilmente. Colgó sus manos en su cintura y sacudió su cabeza.

─Está bien. Sólo venía a decirte que tu primo se casará y me pidió que venga a dejarte la invitación. Él te manda saludos.

Jeno quedó en shock por la noticia. ¿Su primo siquiera tenía pareja?

─Toma, aquí tienes la invitación. Yo iré con Jung Hwa, y también, si quieres, puedes invitar a alguien más. ─le dio una sonrisa amortiguada, esperando no haber dicho algo incorrecto.

─Está bien. Iré, y ya veré si puedo invitar a alguien que me haga compañía.

Todo fue monótono, lo de siempre. Casi nunca tenía algún tipo de contacto con su madre, y, aunque lo deseara, siempre recordaba su pasado, lo que pasó y lo que sigue pasando; así todas las ganas de lanzarse a ella y dejarse mimar se desvanecian fácilmente.

¡omega for sale! nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora