¡omega for sale! nomin

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1 mensaje no leído, 2 mensajes no leídos, 6 mensajes no leídos.

Jaemin no parecía tener la intención de contestarle ninguno de ellos. Hasta pensó en llamarlo, pero se convenció de que eso era muy pesado. Muy pesado incluso para él.

Se recostó en su cama mientras dejaba salir todo el aire de sus pulmones.
Revisaba cada 3 minutos (si es que lograba no hacerlo antes) si Jaemin al menos había visto alguno de sus mensajes, pero nada.

Las 2 flechitas se pintaban de gris en cada uno de aquellos textos.
Al menos no me bloqueó, pensó. Pero eso no lo hacia sentir mejor.

Sintió una compresión en su pecho, y escuchó un lloriqueo. Su lobo le dictaba que algo había pasado con su omega.

─Seguro sólo tiene dolores por su celo... ¡¿Su celo?! ─Mi cara tiñó de rojo, como si fuera un adolescente aún no presentado. ¿Desde cuándo me permito hablar de algo tan íntimo de esa manera?

Le había entrado la curiosidad, y cayó en cuenta de lo que estaba pensando muy tarde.

¿Cada cuánto los omegas tenían su celo? ¿Cada tres? Uh... ¿Jaemin será de esos omegas cariñosos que balbucean cada cosa?

Negó con su cabeza repetidas veces, tratando de disipar cualquier "pensamiento raro" que se le cruce por la cabeza.

El café y su aroma lograron despertarme al segundo. Abrí mi laptop para distraerme un poco de la soledad -quepenséquehabíaperdido- repentina.

En páginas recientes figuraba el sitio Omega For Sale. Pensé en Jaemin. Pensé en su sonrisa y en su voz cada que pronunciaba mi nombre.

En serio lo extrañaba, pero no era bueno con mis sentimientos, y sé que si una persona no es buena con sus sentimientos, podría herir a los de otra persona.

No había reunido tanta voluntad como para llamarlo, ni siquiera para salir de casa y concurrir a lugares que él había dicho que transitaba normalmente.

¿Lugares donde él transitaba normalmente?

De repente se me había encendido la cabeza. La cafetería en donde Jaemin trabajaba. Mi frente quemó ante la idea de mí yendo a buscarlo, a decirle que lo quería a mi lado. Que me permita disculparme 1000 veces más por haberlo ignorado así en la fiesta. Por darle cariños después de tratarlo así.

Sostuve mi cabeza hacia delante con un ligero dolor. No podía seguir así, tenía que buscarlo.

Me levanté -de una manera un poco brusca- del sillón; mi vista se cegó por un momento al sentir la repentina venida de mi sangre a lo más alto, pero no me importó.
Agarré mis llaves y abrí la puerta, mientras intentaba no echarme para atrás en esto de ir a buscar a aquél omega.

JAEMIN

─Doyoung, ya te dije que se me pasará, estoy bien. No te preocupes más.

Y la verdad era que no estaba bien. De hecho, no es que simplemente 'no estaba bien'. Estaba pésimo.

Menos de 24 horas y aún así extrañaba a Jeno. Extrañaba al beta que me hacía sentir miles de cosas, el beta que hacia que en mi interior estallaran miles de fuegos artificiales.

El beta que hacía que mi lobo revoloteara, haciéndome sentir el rasguño de sus garras en mi pecho.

Sincerandome conmigo mismo, lo esperé. Hasta pensé en ir a buscarlo, pero me enojé tanto conmigo mismo que me resigné, dejando que algunas lágrimas humedecieran mi cara, un poco de mi ropa también. Mi uniforme ahora estaba manchado de "tristeza". Genial.

Doyoung hacía esfuerzos en hacerme reír con cualquier bobada, y lo amaba. En serio lo amaba. Pero de un momento a otro, el dolor nuevamente se instalaba en mi pecho, como si me golpeara fuerte.

No pensé en otra cosa que fuera él. Ni en un café helado americano, ni en asegurarme de darle mi mejor cara a los clientes. No quería fingir una sonrisa, sólo quería a mi beta de vuelta.

Seguí con mi trabajo de limpiar el mostrador (a petición de Doyoung) mientras mi compañero barría el lugar. El cartel de la puerta ya tenía el cartelito del lado "CERRADO".

Sentí mis brazos flaquear y a mi lobo llorar una vez más. Rasgando en el centro de mi pecho. Duele.

Repentinamente escuché el 'tin' de la campana de la puerta de ingreso. Pero qué...

Levanté mi mirada del trapo en mis manos, y lo vi. Lo vi, y lo vi, y no pude dejar de mirarlo en toda la noche en la que me acompañó hasta mi casa.

Deja vú.