Te veo dormir y tú no lo sabes.
Parece un momento de esos que sólo van de simple relleno en una línea temporal... Y no.
Me parece un planazo.
Me parece algo que quiero tener en la cabeza por mucho tiempo, como cuándo se te cumple un sueño.
Y si se me permite ser más fatalista, esta imagen va directa a esa pequeña película, que vemos antes de una espantosa muerte inesperada.
Agradezco a mi insomnio por este regalo, porque lo disfruto tanto como estar contigo por la mañana, al compartir la misma taza de café, que era tuya pero que ahora es nuestra. Porque dormir me parece una tremenda tontería, si me pierdo de esto.
Por qué en las metas de la gente está una casa, un cochazo, un avión si eres más excéntrico, vacaciones en una isla o andar por Serrano como quién no mira la cuenta del banco, cuando este momentazo, con el silencio de una habitación y con los ronquidos de los perros, es digno de ser deseado por mucha gente?.
Te veo dormir y me crecen raíces por dentro, porque compartir una cama en el sexo es maravilloso pero en esto, me hace volar y no tengo alas.
No es intensidad de una mujer enamorada, que sí, pero que no, no, que es mucho más. Que cuidarte el sueño me mola más que una guitarra nueva y eso, lo sabes bien, es decir demasiado.
A la vez, es aterrador, porque como cuando el helado de tu sabor favorito está tu mano, temes ese terrible momento de finito, aunque no tenga que suceder tan pronto, aunque te lo guardes en la nevera y al final no suceda, aunque sólo sea una paranoia, lo primero que tu cabeza piensa es "y cuándo no lo tenga?"...
Y eso sólo sucede cuando tienes una semilla dentro.
Cuando un cuerpo adulto no cabe en otro cuerpo y aún así, estoy segura que, si no estuvieses en el mío, yo ya no estuviese tan llena, empezaría a desinflarme cómo un globo de fiesta después de tres días.
No lo puedo confirmar pero estoy segura que me crecen tus hojas por dentro, que si encuentras la mirilla vas a flipar, por tu selva amazónica que llevo aquí, tan verde, en mis terrenos, pero tan tuya.
Que sonríes y me nace una raíz, que se me enreda entre las costillas, para cogerse fuerte.
Que sí, duermo poco y no me importa si despierto pronto porque tú estarás y creo sospechar que es por eso, aunque culpe a mi trabajo, que últimamente lo único que siento es que mientras duermo, las horas que sean, no hago más que perder.
No sé cómo pero, te prometo que por la sangre me corre algo tuyo, no sé qué y ojalá saberlo.
Estoy hecha de algo tuyo.
De una raíz.
De una semilla.
De una hoja.
De un tremendo árbol.
Incluso, todas las anteriores, aquí, dentro.
Porque he crecido.
Porque tú me has crecido.
Y porque es imposible sacar un árbol que ha crecido dentro de una casa, que no hay nada más que hacer, que hacer la vida a su alrededor y dejarlo dentro.
Porque así te tengo.
Porque así te pienso.
Mientras tú duermes y sueñas con quién sabe qué.
Yo reconozco que me crecen tus hojas.
Aquí.
Por dentro.