ELLAS

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La vida a veces resulta un tanto graciosa.

Y digo un tanto, porque nada es más imponente que vivir, pero sinceramente, hay cosas que hacen gracia, como un tío con peluca en un circo, invitando a reír.

Muchas veces siento que hay cosas que no funcionan bien, qué hay tuercas atascadas, que la vida, que ya tiene muchos años, tiene sus desperfectos. No hablo de perfección, como tal, porque al final nada puede serlo, hablo de los absurdos, que son porque sí y que muchas veces no tienen soluciones, algo parecido a un callejón sin salida o a una casa sin puertas, una zapatilla impar, una canción sin volumen.

De pronto, cuando crees que la vida se sostiene en pie, por si sola, sin ningún problema, que todo está perfectamente calculado y que hay un plan brillante, en el que nada puede fallar, te topas con ellas.

Una, irreverente, arriesgada, sin miedo al viento o a perderse en cualquier calle, con más esencia que otra cosa, riendo fuerte, despeinándose sin cuidado, con muchos años encima, con un par de piernas que le llevan a donde le dé la gana, sin horarios, sin control, dueña de si misma y de "su poco", que lo ve mucho. Desafiando a "lo normal", constantemente. Con alma de adolescente y pagos de mayores, nada que hacer. Sola, además, por elección, porque no sabe querer a cualquiera, fiel creyente de sus ideas, libre, siempre, como el color de sus ojos, que han visto mucho.

Como un pez, que le miras, pero no le puedes tocar porque es muy ágil y se te escapa antes.

Y luego está la otra, muy rebelde, peleadora contra el mundo y sus absurdos, a veces impulsiva, otras veces muy cansada, aunque lo vivido sea poco, en cuestión de años, muy poco. Completa. Sin intentar entender la vida, sólo dejándose llevar, con ojos fijos, pasando de todo un poco. Aferrada a sus pasiones. Con unos pensamientos más cuerdos que nadie. Demostrando que la juventud, sólo la llevaba en la cara, dónde no había ni una sola arruga. De querer mucho, pero a poca gente. Selectiva. Intrigante. Misteriosa. Sobre todo, necesaria. De las que dejan vacío si se marchan o se callan, así sea por tan sólo un par de días.

Como la cafeína por la mañana, que te engancha y no te enteras, hasta que te falta.

Y entonces se miran.

Se miran entre tanta gente.

Como una causalidad.

O como un absurdo absoluto.

Se notan.

Con mundos tan distintos.

Con rutinas tan diferentes.

Con abismos, en tema de edades.

Se detallan y parece que hay un error.

Como es posible conectar de esta forma?.

Como es probable, entre tanta gente, coincidir?.

Con millones de diferencias, en todo sentido, pero de alguna forma, con mil y un otras en común. Con esa misma risa ante una tontería. Con esas ganas de algo diferente. Con el mismo brillo. Con la misma forma de mirar y mirarse. Con la misma opinión ante una injusticia. Con las mismas luchas. Las mismas ideas.

De esto que dices lo mismo, al mismo tiempo.

Que parece que compartir cerebro, al final, no parece algo tan descabellado, a fin de cuentas.

Que hay alguna especie de conexión en medio de las dos, que no permite mirar a otro lado. Pensar en otra cosa o simplemente pasar. Esta vez, ninguna pasa.

Pasa es el tiempo y ninguna puede dejar de pensar que hace la otra, por las noches, tras llegar a casa.

Y estoy muy segura que hay personas que se sienten diferente. Hay gente que te llega de otra forma y me encantaría tener un por qué, una teoría explicativa, una base sólida, pero sólo sucede, como tú canción favorita o como la lluvia, sólo llega, porque hay un click, un click, un algo que ocurre, como los cometas, cada tanto y de casualidad, te enteras y puedes verlo, con algo de suerte, quiero decir.

Pero que vida más absurda, que separa dos paisajes increíbles, con un abismo. Que vida más tonta, que no permite que algo tan increíble, como un sol, como una luna, puedan estar junt@s, al mismo tiempo. Y que tontería, me parece a mí, separar dos almas, con años en medio. Que innecesarios los prejuicios. Las barreras. Las fronteras. Los miedos.

La vida resulta, muchas veces, muy graciosa.

Graciosa, porque a pesar de las fallas del sistema, el click te sucede o sucederá, a sabiendas o no, pronto, tarde, sucede y no hay alguien que pueda detenerlo, evitarlo o cambiarlo, por casualidad o por terquedad, te topas con unos ojos, ojos que te miran diferente.

Y haces click, sin importar nada más.

Edad.

Sexo.

Planes.

Religión.

Quieras o no.

Como ellas...

Ellas, que no se han buscado y se han topado, con mil intentos de cegarse ante la otra, con mil razones para ser una bala perdida, con las ganas de cerrar los ojos a tiempo, pero inevitablemente, enganchadas, porque se han encontrado, dispuestas a perderse día con día, sin embargo, más dentro de la otra, por alguna razón, sin quererlo.

Almas que conectan para siempre.

Almas que hacen click.

Ellas.

Porque la vida es graciosa y a pesar de que, el sol se despide antes de que la luna te diga buenas noches, cada tanto, suceden los eclipses, si existen, entonces los imposibles, no son "tan así".

Ni para tanto.

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